La sentencia de primera instancia, dictada por el Magistrado (S) Marcelo Bustos, fue rebajada a LIBERTAD VIGILADA por no tener antecedentes penales.
El otro detenido -José Aliro Miranda Pérez- quedó en libertad, al parecer «por falta de méritos» y no tener novedades en su diario de vida personal.
PENAS
Tal como se señaló, el Magistrado (S) Marcelo Bustos -que no conoce absolutamente nada del entorno pichilemino- viendo el frío papel de antecedentes del imputado, resolvió concederle -en segunda instancia- libertad vigilada durante el mismo tiempo, debiendo firmar mensualmente en la Cárcel de Santa Cruz.
Debemos recordar que el beneficiado, para evitar ser detenido ingirió gran parte de la droga que tenía en su poder; debiendo ser llevado al Hospital de Pichilemu para asistirlo medicamente.
El otro detenido, que sufre de obesidad mórbida, desde hace algunos años, quedó en libertad.
Las razones de ello aún nos las conocemos. Suponemos que la ternura reflejada en su carita de querubín lo salvó. O trascendió que era «el alma de las fiestas» pichileminas.
Por otra parte, se supo que muchos políticos de la comuna, provincia y región -al menos- hicieron una cadena de oración para rescatar a los detenidos. Al menos sus ruegos fueron escuchados por uno de ellos.
Otros tantos -y la competencia- estaban buscando el modo de erigir un monumento a los funcionarios del OS-7 que se «enteraron» de la situación; demostrando que no todos son sordos y ciegos.
Lo que es claro es que estas sentencias serán una anécdota en esta historia que es «vox populi» desde hace vienticinco años al menos.