“Es propiamente una obra de ensayo destinado a embarcar sus frutos en época de bonanza, en verano y otoño. Parece haber elegido el mejor punto de apoyo, siendo también la dirección del muelle la más apropiada para resistir los embates del mar”, señala en su informe el reputado marino e hidrógrafo de la Armada, Francisco Vidal Gormaz, a la sazón Capitán de Corbeta.
Este había sido enviado por el gobierno a estudiar y verificar por segunda vez –en septiembre de 1885- las obras en construcción del muelle en Colchagua. Antes en 1872 el marino había recorrido toda la costa colchaguina, desde la caleta Tumán hasta el Río Mataquito, con el propósito de conocer las condiciones favorables o no a infraestructura postuaria que en uno y otro lugar se estaba demandando hacer.
Es así como, basado en aquellos estudios se da inicio –por iniciativa y financiamiento privado- a la construcción del Puerto en Pichilemu, una realidad que concretó el hacendado Daniel Ortúzar Cuevas allá por el año 1886, dándole categoría de Puerto menor el decreto supremo firmado por el Presidente José Manuel Balmaceda el 15 de julio del año siguiente.
Sin embargo, cinco años más tarde ordenes gubernamentales –dadas por el Intendente de Colchagua, Angel Concha- lo redujeron a cenizas.
En efecto, producto de la revolución del año 1891, en Marzo, se produjo un trascendental hecho que permitió en una acción concertada –por las fuerzas golpistas- para que por este Puerto huyeran –el 10 de Marzo- en el “Maipo” algunos personajes de la zona y contingente, aparte de alimentos, vacunos, caballares y forraje para los animales, para unirse a la lucha armada que finalmente ganaron. Las fuerzas leales al Presidente, determinó incendiarlo tras la fallida persecusión que se inició luego de ser alertado de la acción antigubernamental.
Terminada la revolución y elegido Diputado, Daniel Ortúzar logró fuera indemnizado por los daños al Muelle de embarque de diversos productos de sus haciendas y otras aledañas; no obstante quedó tan mal hecha la reparación que, no pasó mucho tiempo para que el mar desestabilizara la infraestructura. Años más tarde, el año 1912, ya abandonado y sin movimiento, fue la propia Municipalidad la que tuvo que llamar a una Licitación para “desarmar” la maraña de rieles sueltos y los pocos tablones que quedaban de él. Algunos cinco o seis rieles aún están enterrados cercanos a lo que fue el inicio de ese Muelle. De esa tarea se encargó don Luis González, dueño de una importante fragua.
Esta infraestructura portuaria sirvió para que de tanto en tanto –coincidente con elecciones parlamentarias y presidenciales- los políticos sacaran en su discurso “su más férrea voluntad de otorgarle un Muelle a Pichilemu y que en justicia se merece” mientras la saliva y verborrea formaban espuma, los pichileminos quedaban subyugados una y otra vez, sin ver jamás la cristalización posterior de ese sueño.
Para ser justos, debemos decir que algunos políticos se preocuparon de que, al menos se hicieran estudios con tal propósito. Pero generalmente ocurría cuando las autoridades locales le hinchaban las …., mejor dicho le recordaban sus promesas a aquellos políticos electos.
BITÁCORA DEL ENGAÑO
Posteriormente, a través de la historia, hay registrados varios estudios realizado, como una forma de hacer realidad la construcción de un nuevo Muelle. Y si no fuera por la enfermiza costumbre de mentir de unos cuantos políticos, ya no tendríamos playa, sino un Muelle tras otro.
Y aunque aparezca un ataque gratuito a los políticos y funcionarios gubernamentales, era el “discurso recurrente” para captar la simpatía de los votantes en cada elección parlamentaria y presidenciales: donde su principal razón de su gestión en el Parlamento sería hacer justicia a Pichilemu, pidiendo a las autoridades la construcción de un muelle.
AÑO 1912
No obstante, también hay que decirlo, se hicieron estudios en diferentes años, quizás como una forma de “taparle la boca” a los impacientes. Es así como en el año 1912, en el gobierno de Ramón Barros Luco se encarga al Ingeniero Higinio González los estudios para construir un Puerto en la bahía de Pichilemu.
Producto de ello, se publicó una breve reseña descriptiva del proyecto, como asimismo un estudio económico que incluía el tráfico estimado y su movimiento comercial, con un plano general.
En resumen, éste proponía la construcción de un muelle de mil metros de longitud, dispuesto en forma de brazo a partir de La Puntilla de Ortúzar, considerada la más abrigada de la rada; haciendo un codo hacia el norte, terminando a una profundidad de 15 metros.
Su costo en moneda de la época eran $8.000.000= y la renta anual era de $896.770= como producción mínima.
AÑO 1927
En el primer período ejercido por el Presidente Carlos Ibáñez del Campo, un estudio realizado por el Director de Puentes Rubén Dávila Izquierdo, fue autorizada una inversión de $500.000= para iniciar la primera etapa de los trabajos. No obstante la mala situación económica del país impidió que las obras fueron iniciadas.
AÑO 1938
Lo mismo ocurrió en la Presidencia del Presidente Pedro Aguirre Cerda, quien prometió a una Comisión de Vecinos y Parlamentarios que solicitaban la construcción, disponiéndose ordenar dicha ejecución de acuerdo a los estudios de Dávila Izquierdo, sin embargo el Presidente Aguirre Cerda murió antes de concluir con su período.
AÑO 1945
El Presidente Juan Antonio Ríos –el último de los gobernantes de la saga radical- en un discurso pronunciado en San Fernando, lo ofreció a la provincia de Colchagua.
Es así como, el Ministro de Obras Públicas Ernesto Merino Segura ordenó hacer otros estudios y en esa fecha se calculó el costo en $ 6.000.000=, los que en cierta oportunidad en una distribución de fondos, fueron destinados para el muelle de Pichilemu, pero así y todo –una vez más- nada logró concretarse.
AÑO 1950
El gobernador del Departamento de Santa Cruz Luis Jaques Escobar –en una visita al balneario, en el mes de Agosto- en una reunión con los vecinos al darles respuesta a esa inquietud por un muelle pesquero, manifestó que ello pasaba por que ”el financiamiento de la obra lo debe prometer la misma zona interesada aceptando un impuesto especial sobre la producción de la sal que se produce en las salinas”.
A principios del año siguiente –el 7 de Enero- el Ministro de Obras Públicas, Ernesto Merino Segura acompañado de parlamentarios y autoridades de la provincia , en una visita al balneario, expresó en un discurso –reunido con la comunidad local en el Hotel Ross- que “había dispuesto se hicieran los estudios definitivos y completos sobre el muelle pesquero y sobre su conveniencia y necesidad”, agregando que “si esos estudios son favorables, ordenaré su construcción este mismo año”. Sin embargo, acto seguido advertía al manifestar que “además del estudio físico del muelle; largo, ancho y alto, haré estudiar en forma definitiva las posibilidades del progreso que significaría su construcción para la comuna y provincia, la conveniencia de la obra mirada desde el punto de vista social y económico”, y que “previa una estadística de los capitales que podrían reunirse para explotar las industrias derivadas de la pesca, resolvería la construcción”.
En ese orden, el Director de Puertos, Eduardo Santander al concluir una observación general que se hizo en 12 kilómetros de la costa, determinó que no existía en ningún punto apropiado para la construcción de un muelle pesquero. Aparte de otras consideraciones largas de enumerar que no hacían aconsejable su construcción.
AÑO 1955
Pese a t
odo, animado por las permanentes promesas políticas, por iniciativa parlamentaria, el año 1955 se establece –por Ley de la República- un impuesto de carácter general a la sal que se produce en el país y un impuesto adicional sobre los bienes de raíces de carácter regional para la construcción de caminos y de un muelle pesquero para Pichilemu.
Establecía dicha ley, que en las comunas de Pichilemu y Paredones se construiría un camino pavimentado al lado de la playa, desde Pichilemu y a La Villa, un Puente sobre la laguna de Cáhuil en el lugar denominado La Puerta. Asimismo, un camino de Paredones a Boyeruca y otro de Paredones a El Quillay y a La Villa.
Con los recursos que se recaudaron –dice una publicación de los años ’70- que con el 50% del impuesto de esta ley, solo se ha construido a la fecha parte del camino pavimentado desde San Fernando hasta el sector de Lihueimo.
Año 1962
En la presidencia de Jorge Alessandri Rodríguez se promulga la Ley 14.856, publicada en el Diario oficial N° 25.259, del 4 de Junio de 1962, donde se destinaban fondos para la pavimentación del camino San Fernando a Pichilemu, como también para la construcción de un muelle pesquero en Pichilemu, como también para dotación y adquisición de elementos de pesca e instalaciones necesarias para operarlo; pero previniendo que “en su defecto” para el mejoramiento del camino de Cáhuil a Pichilemu.
AÑO 1970
Al asumir el gobierno del Presidente Salvador Allende Gossens nacen nuevas esperanzas en la comunidad pichilemina.
Se plantea la inquietud y muy luego, tras un estudio, en Enero de 1971, un informe de la Misión Francesa en América Latina, señala en sus conclusiones lo siguiente: La única ubicación conveniente para una construcción modesta –muelle chico o rampa- es la parte este de La Puntilla, que se encuentra encerrada por una barrera prácticamente infranqueable. Barrera formada por arrastre de sedimentos del sur, que impide toda salida o entrada a cualquiera embarcación la mayor parte del año.
Al año siguiente, Abril de 1972 -recogiéndose la recomendación señaladas en el estudio indicado, en orden de hacer un estudio más acucioso- se comisiona a un nuevo profesional. Al informar un mes después sobre el estudio, en el que contó con la colaboración entusiasta de los pescadores locales, el Periódico “PICHILEMU” –que tuvo acceso al documento- resume:
En el Punto 1), expresa que “primeramente, se debe indicar la situación social del Sindicato de Pescadores, Mariscadores y Buzos de Pichilemu y Cáhuil; señalando las condiciones adversas en que realizan sus labores de pesca artesanal, las que desempeñan en condiciones casi primitivas.
En el Punto 2) señala que “la costa visitada presenta las mismas condiciones desde Bucalemu hasta más al norte de Pichilemu, siendo su principal característica el embancamiento que afecta a todo el litoral”.
En sus conclusiones, el informe dice: “La obra sugerida por los pescadores de Pichilemu en La Puntilla, no se hace aconsejable por los siguientes motivos:
La construcción de una obra de abrigo en La Puntilla, Pichilemu, tendería a acelerar el proceso de embancamiento, eliminándose de ese modo la actual poza que piensa ocuparse en la instalación de un embarcadero.
Este es en parte, el último estudio realizado, respecto a la posibilidad de una obra portuaria en la zona. Y que como ya mencionamos, apareció en el Periódico “Pichilemu”, en su edición N° 23, del 11 de Julio de 1987.
Año 1980
Durante el gobierno militar, un marino jubilado relacionado con Pichilemu –Pablo Ayala Ravest- envió una carta al Presidente Augusto Pinochet solicitando se realice un estudio para establecer un Muelle en Pichilemu, a fin de servir a las faenas de pesca de los “hombres de mar”.
La respuesta -que conocimos- llegó varios meses después. Venía firmada por el funcionario del gobierno de Pinochet, actual senador Jovino Novoa, e integrante de la Subsecretaría de Gobierno.
Decía en su parte medular, que “hechos los cálculos de una pequeña infraestructura portuaria, como la que se plantea, requiere de recursos que hay que conseguir con el sector privado”; no dando la posibilidad de abrigar esperanzas de inversión estatal.
El año 1987, el periódico “Pichilemu” informaba de la visita del Subdirector de la Dirección de Obras Portuarias, Miguel Valenzuela, quien se reunió con Sindicatos de Pescadores de Pichilemu y Bucalemu (Paredones).
En sus palabras, informó que esa Dirección estaba realizando el estudio de construcciones portuarias menores, como lo son Caletas, en todo el país; priorizándose las que tengan más ventajas, en cada región. Agregando que en la región se realizarán estudios en Navidad, Pichilemu y Paredones, a fin de establecer cuál es el lugar más apto para una caleta pesquera que cuente con espacio suficiente para emplazar construcciones anexas, como galpones, plantas de frío, etcétera.
¿Se hicieron tales estudios, en nuestra región? Al parecer no, pues ninguna de las comunas tuvo una Caleta, como las que hoy ostentan, y que se construyeron varios años después, ya en los gobiernos democráticos.
EDITORIAL
No es por nada, pero aunque el resultado era previsible, transcribimos el certero Editorial aparecido en la edición del N° 23, del periódico “PICHILEMU”, del día 11 de Julio de 1987, el que dice lo siguiente:
“¿Qué grado de certeza o fundamento hay para que Pichilemu, Matanzas o Bucalemu y particularmente el gremio de los “hombres de mar” piensen que la posibilidad de construcción de infraestructura portuaria, se concrete?
¿Es qué hoy, hay más posibilidades que esa aspiración –ya centenaria- se pueda realizar porque hay disposición de buena voluntad, anunciada recientemente, para llevar adelante una obra de ese tipo, siempre y cuando los estudios que se realizarán, o están realizándose ya de acuerdo a lo señalado hace unos días, den resultados satisfactorios y así se disponga?
Cómo nos gustaría estar rebosante de optimismo, trasmitirlo y regalarlo. Mas, los hechos a través de la historia, también centenaria, nos dicen que debemos ser, no pesimistas, sino cautos, mantener los “pies sobre la tierra” y no dar por hecho la “posibilidad anunciada”, como tantas veces hemos creído tan fácilmente y, por ello, tan rápidamente vueltos a la realidad.
No se crea que queremos restarle importancia a los anunciados estudios. ¡No!, no se trata de eso. Simplemente queremos mantener, o intentar, (mantener) a los “hombres de mar” con los ojos bien abiertos. Que no se deslumbren; pues razones hay muchas, primero, que la naturaleza en más de cien años –como lo señalan varios estudios de nuestro litoral- no ha variado. Exactamente. No ha variado.
En efecto, todas las conclusiones a que han llegado los encargados de hacer los estudios, cada vez que éstos se llevaron a cabo, concluyen en aspectos idénticos, con los resultados que es fácil advertir: desilusionados, desencantados más de una vez; aparte de las promesas politiqueras repetidas igualmente tantas veces …
Por eso, hay que esperar, con harta paciencia. Incluso ni acordarse de que se está estudiando. Es lo mejor. Olvidarse y ser remecido, luego, con una sorpresa agradable o la rutinaria frustración.
¡Así es!, pues mostrar un optimismo que no se justifica, es sencillamente crear una vez más falsas expectativas, las que en este tiempo sin duda dejarían más perjudicados de lo que realmente se puede pensar.
¡La experiencia enseña! Tal vez tarda en asimilarse; pero llega un momento en que emerge: Es a la hora de la verdad”.
Año 1990
En los primeros años de la década del ’90, y ya en democracia, el interés de construir infraestructura portuaria surge del sector privado. Es el empresario Francisco Javier Errá
zuriz Talavera quien inicia los estudios para un Puerto Mecanizado en Pichilemu,
Sin embargo, tras exponerlo a las autoridades y organizaciones de la comuna encuentra oposición, por cuanto –según las características y modo de operación del producto a embarcar: chips- no ofrecía ninguna seguridad de que no se produjera contaminación.
Por una parte, el Puerto Mecanizado según los planos, estaría localizado a solo 1.500 metros al norte; contemplándose canchas de acopio de chips, para cargar a barcos de 200 mil toneladas, los cuales llegarían -uno de ellos- cada tres meses.
Es decir, solo CUATRO BARCOS al año, pero llegarían cargados con “aguas contaminadas” como lastre.
Estas “pequeñas” consideraciones hicieron que todas las instituciones consultadas dieran un rotundo “no” como respuesta.
Sin duda, el instalarse el Puerto Mecanizado traía una cantidad de mano de obra, dando trabajo a una cantidad imprecisa de pichileminos; pero todos vieron el fantasma de la contaminación, aún mayor a la existente en la laguna Petrel.
No obstante a todos los estudios y promesas frustradas, la idea sigue latente. Sobre todo, al conocerse las conversaciones de Chile para establecer Tratados de Libre Comercio, varios de los cuales se han ido firmando.
En el caso particular de nuestra región es claro que –más temprano que tarde- los hechos darán la razón a quienes insisten en la necesidad de que –ya no solo Pichilemu, sino nuestra región- precisa un Puerto para exportar el COBRE, el ÁCIDO SULFÚRICO, la FRUTA, los VINOS, y la madera no solo de nuestra región, sino de la VII y VIII Regiones, entre otros productos.
A ello se debe agregar la posibilidad de que, finalmente, las autoridades nacionales, pero particularmente de nuestra región se den cuenta de que es necesario luchar para que se construya un Corredor Bioceánico, ya por Las Leñas o por Las Damas; permitiendo un flujo mucho más expedito desde la hermana República de Argentina hacia los puertos chilenos.
Debemos recordar que tanto el ex Senador Nicolás Díaz –junto a una Corporación de Desarrollo de Rancagua- como la Corporación de Desarrollo de Colchagua han impulsado la posibilidad de construir un Puerto en la Región; pero no fueron capaces de convencer ni a los pichileminos ni a las autoridades regionales, pues la idea aún no “prende”.
Un colchaguino de “tomo y lomo”, que a través de su trabajo estuvo en la Undécima Región, en la Duodécima Región y Segunda Región, entre otras, fue una persona que estuvo ligado a grandes proyectos, claves para el desarrollo que se buscó con ellos. Varios artículos de prensa de diversas épocas dan cuenta de ello.
Me refiero a don Ismael Parga Espinosa, un hombre octogenario con más vitalidad y entusiasmo que muchos.
Lo conocí en una Sesión del Concejo Municipal de Pichilemu, durante el verano de 1999, cuando apareció para conocer la respuesta del alcalde Jorge Vargas sobre su idea –planteada a la autoridad comunal, en Isla de Pascua, en que coincidieron en un viaje a la isla- de plantear y luchar ante las autoridades para que Pichilemu tuviera un Puerto, trayendo desarrollo y crecimiento para todos sus habitantes, la provincia y región.
Su planteamiento estaba sustentado por varios estudios preliminares –hechos por él- sobre las ventajas comparativas que presentaba en cuanto a las distancias y costo menor en los fletes para llegar a Pichilemu, ya por Carretera o por Ferrocarril, donde la idea era, paralelamente, activar este servicio.
Don Ismael Parga contemplaba en sus estudios la necesidad, incluso, de construir un desvío desde las ex Estaciones de Alcones o Cardonal hacia la altura de Pailimo, llegando al Puerto que, según él, debía estar situado a unos 15 ó 20 kilometros al norte de Pichilemu.
Debemos decir que el alcalde Vargas no tenía ninguna respuesta sobre el tema, por cuanto la información enviada por éste, el edil no la había entregado al Concejo. Quizás adivinando lo que sucedería, don Ismael llegó con un set de información para cada Concejal.
Quien más atención le prestó al colchaguino soñador fue el suscrito –en su calidad de Concejal- y por tanto en una sesión posterior, recogió los argumentos de don Ismael Parga y logró que el Concejo Municipal aprobara el envío de un documento a la Dirección de Obras Portuarias, del MOP, solicitando un Estudio de Factibilidad de un Puerto en la comuna de Pichilemu.
Se envió la nota con el argumento correspondiente, recibiéndose como respuesta que dicho estudio debía solicitarse a nivel de región.
Ante esa respuesta, se acordó el envío de la nota al Presidente del Gobierno Regional, con copia al Director Regional de Obras Portuarias; pero no hubo respuesta, al menos hasta el año 2004 en que terminamos nuestra gestión en el interior del Concejo Municipal.
Lo concreto, que se sepa, es que no se ha realizado ningún estudio al respecto.
Debemos señalar que en la nota municipal –redactada por el suscrito y firmada por el Alcalde- se indicaba qué recursos de factibilidad podrían conseguirse, también, con la División de El Teniente, CODELCO, por cuanto siendo ellos beneficiados con un Puerto para el embarque de Cobre y Ácido Sulfúrico, ello era posible, sobre todo si CODELCO había colaborado con los estudios de factibilidad del Mega Puerto de Mejillones.
El caso es que ello no ha avanzado y no se conoce que en el Concejo Municipal actual alguien esté impulsando o esté preocupado de ello.
Lo cierto que esto tiene asidero y fundamentos realistas en cuanto a las ventajas comparativas en cuanto al ahorro en transporte para llegar a un eventual Puerto como el planteado al norte de Pichilemu.
Mientras estuvimos siendo parte del Concejo, recibimos varias veces el llamado de don Ismael Parga Espinoza, desde Antofagasta, donde residía tras jubilar en esa ciudad. Asimismo, Sobres con más información, como de otras gestiones que estaba realizando para otras comunas.
Hace bastante tiempo que no sabemos nada de él. Quizás ya no está. Era octogenario, no obstante era envidiable su entusiasmo y vitalidad.
Su iniciativa aún permanece tirada sobre la “sorda” mesa regional.
Finalmente, queremos formular una pregunta: ¿Se justifican o no las aprensiones en torno a las conclusiones de una reciente mesa entre el Mop, pescadores y de empresarios turísticos de la región?
Hay bastantes argumentos solo en este ámbito. Y muchos más en otros, que ya iremos develándolos.
Y como será fácil concluir: el Fisco ha gastado varios millones de pesos en el tiempo, en Estudios y en Viáticos.