Desde la punta del Morro, en la Primera Región -que representa como Senador- Fernando Flores le envió una amorosa y fraternal carta a los integrantes del Tribunal Supremo del PPD, del cual se autocongeló, tras el escándalo de las facturas de Publicam, usadas por Guido Guirardi y donde falsea la glosa para justificar gastos de su campaña ante el SERVEL.
El senador Flores, por su actitud anticorrupción y denunciar las prácticas que se realizan en su colectividad, está enfrentando la ira de las cúpulas y en lugar de premiarlo por su hombría quieren castigarlo y acallarlo.
Hoy debía presentarse ante los dioses del Olimpo PPD, pero en lugar de concurrir y rendirles pleitesía optó en darle algunos consejos y recetas de cómo salir de la pobredumbre en que están metidos.
Veamos el texto que sale publicado en el website: www.elmorrocotudo.cl
Señores
Tribunal Supremo
Partido por la Democracia
Presente
Estimados Compañeros:
A raíz de la citación hecha por Ustedes, he creído conveniente exponerles algunas de las consideraciones que me llevaron a enviarle una carta al Presidente del Partido y que obra en su poder.
Lo que he hecho no es un capricho, sino una manifestación de mi indignación moral ante actos que a mi juicio siguen un patrón de conducta, que debe ser radicalmente corregido. Lo hago desde la convicción de que mi primer compromiso como Senador es con Chile y su futuro. Ese precepto es lo que me mueve a tomar las decisiones ya expresadas.
Hay un conjunto de fenómenos que, de extenderse, nos llevarán a una situación de pérdida de la fe y la confianza pública. Es trascendente hablar de ese punto, pues es uno de los sustentos de la democracia y que permite la existencia de los partidos políticos. Ese patrón lo quiero ilustrar en tres grandes rasgos que me son imposibles de obviar y que requieren una autocrítica profunda por todos nosotros.
Primero, entender la política y los partidos como una maquinaria de clientelismo político, que ineludiblemente lleva a la captura del Estado por parte de operadores políticos, que terminan por distorsionar la función pública.
Su misión es qué lugar del Estado se captura, no qué política se lleva a cabo. Lo que deriva de esto puede resultar más terrible, pues toda consideración de merito es dejada de lado, produciéndose una organización de bandos al interior de los estamentos estatales que se basa en lealtades y no en una ética de servicio, que a mi juicio es la razón de ser de fondo de la izquierda.
Segundo, cuando esto ocurre, el partido es visto como una organización de clanes y servidumbres, deja de ser una escuela de formación política, de reclutamiento de personas que están al servicio de ideales y se convierten finalmente en una cadena de lealtades mal entendidas, en que tanto el aparato de gobierno, municipios o incluso los cargos de representación popular se transforman en la moneda de cambio. Aquellos que no están de acuerdo, son excluidos o amenazados, muchas veces con el pan de la mesa. Aquellos que aceptan son favorecidos con recompensas.
Por supuesto que este severo diagnóstico no involucra a todos, hay mucha gente honesta, preocupada por un servicio público de calidad, con un gran compromiso con el país. Esa gente debe ser honrada y celebrada por el país. No merecen verse mezclados ni ensuciados por estas prácticas corruptas.
Tercero, cuando una situación de escándalo público aparece, la primera reacción es usar las instituciones partidarias para una defensa corporativa, lo que deriva en un descrédito total del partido, de la clase política y del gobierno. Eso es un peligro para la democracia.
Es difícil permanecer tranquilo desde mi cargo de Senador cuando me informo de una serie de actos que implican esta corrosión moral. Me consta que Ustedes mismos son sometidos muchas veces a presiones, por eso he creído que en este momento mi suspensión es lo que procede.
Las palabras que he dicho no buscan herir a la institucionalidad del PPD, ya que nadie puede desconocer, menos yo, el aporte del partido a la causa de la recuperación de la democracia, los derechos humanos y la justicia social. Por eso creo que la gente noble que nos apoya, que hoy se siente defraudada, merece una reparación.
Chile tiene la posibilidad de un gran futuro, de una patria más justa, solidaria y emprendedora. Parte importante de este futuro lo han abierto los gobiernos de la Concertación y el trabajo de todos los chilenos.
La lucha contra la corrupción implica un salto ético de auténtico respeto entre nosotros, de honestidad, de formación ética de nuestros jóvenes, que a su vez nos exigen coherencia a nosotros. Ninguna ley, reglamento o programa podrá hacerlo si este compromiso no está presente en las instituciones en que uno libremente elige participar, principalmente los partidos políticos.
Quisiera que el dolor que todos experimentamos hoy nos ayude a encontrar la fortaleza y la madurez necesaria, para encontrar un nuevo horizonte, en pos de nuestro proyecto país. Yo estoy dispuesto a hacer mi contribución.
Atentamente,
Fernando Flores Labra