Los triunfos de Fernando González en el Gran Slam de Australia en semanas pasadas ý que le permitió disputar la final ante el actual Top One, el suizo Roger Federer -que ganó este último- nos infló el pecho y la gran mayoría pensamos que los rusos serían “pan comido”. Sin embargo, éstos llegaron callados a cumplir con su trabajo, entrenaron y llevan ya dos puntos logrados ante Massú y González, nuestros dos créditos nacionales.
¿Qué pasa con nuestros deportistas? Ocurre que, cuando nos hacemos más expectativas y esperamos más de ellos, en la realidad nos defraudan. ¿Será parte de la idiosincrasia del chileno, el sino y destino?, porque ocurre exactamente lo contrario cuando, sin esperar nada, nos sorprenden y vaya cómo algunos y algunas: Ejemplos: Manuel Plaza en la Maratón en Amsterdam 1928 cuando salió segundo, solo porque se extravió en un tramo de la ruta; Marlene Arhens en Melbourne, año 1956, con su segundo lugar en la Jabalina; Miguel Angel Zerené en Seúl, en 1988, en Tiro Skeet, entre otros; y más reciente, los propios Nicolás Massú y Fernando González en las Olimpiadas de Atenas; y las “rojitas” del Jockey en patín el año pasado.
LOS PEROS
¿Se recuerdan de las excusas de los futbolistas al dar cuenta de sus derrotas en el extranjero? Que la lluvia, que el barro, que el frío, que el calor …. Y, ocurre que, después de treinta años -con nuevas generaciones de futbolistas- ocurre que ahora van y ganan, y el calor, el frío, la lluvia y el barro, también han estado presente.
Otros decían que el biotipo del chileno no era el mejor y de ahí, que a la hora “de los qiubos” fallaba, pero ahora eso no es una excusa.
Volviendo al Tenis, a la Copa Davis que se está disputando ahora en La Serena. Los jugadores chilenos -al menos uno- dijo que la cancha tiene imperfecciones y costará acostumbrarse a ella. ¿Acaso los rusos jugarán o jugaron en una cancha distinta?
Creo modestamente que es ponerse -desde antes de tiempo- el parche ante la herida, o buscan crearse dificultades de antemano, lo que naturalmente debe incidir en el rendimiento posterior con una psiquis ya derrotada antes de jugar.
Puede que estemos equivocados en nuestras apreciaciones, en nuestros comentarios, pero sin duda que sin el resultado hubiera sido distinto se habrían olvidado de las dificultades que vieron al principio. Y nosotros, también, no estaríamos elucubrando palabras o conclusiones a la vista de estos resultados.
También podemos inferir que no siempre el ranking es decisivo en la hora de la verdad; pues los rusos no están dentro de los puestos mejor que González, por ejemplo, pero si son -como equipo- más parejos, más regulares en su juego.
De una cosa si estamos ciertos: Que los rusos nos están dando un trago amargo, que está difícil de mejorar.
Y hasta donde sé el vodka no es amargo, sino bien agradable con una adecuada combinación, la misma que le falta encontrar a nuestros tenistas para beber -como otras veces- en la Copa Davis.
