MARCELINO CUEVAS, GUÍA DE PESCA DEPORTIVO, SU RECORD Y SU TREMENDA SUERTE QUE LE SIGUE ACOMPAÑANDO

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MARCELINO CUEVAS, GUÍA DE PESCA DEPORTIVO, SU RECORD Y SU TREMENDA SUERTE QUE LE SIGUE ACOMPAÑANDO

Miradores en menos, pasados para la punta, entre otros rasgos, son los que adquieren algunos personajes al conseguir cierto “status”. Muchas veces renegando de su pasado, olvidando sus raíces e incluso despreciando a sus familiares que quedan un poco más abajo en la escala social.
Afortunadamente son pocos, son las excepciones, y muchos más hacen la diferencia: no obstante tengan lo que tengan, siguen aterrizados, conservan la humildad de la gente bien nacida y que los hace más grande.
¿A que esta introducción? Quizás no es la que refleja plenamente la diferencia entre unos y otros; pero igual nos arriesgamos para llevarlos a darles a conocer algo que nos ha alegrado tremendamente, tras saludar a un pichilemino con su esposa y a uno de sus hijos hace unos días en una de las calles de nuestra comuna.
Es un pichilemino que cada vez que nos saludamos y nos detenemos a conversar, sale a colación -invariablemente- el tema del “cuevazo” que -según él- lo hizo conocido entre una especial tribu -sin distinción de clases sociales- que existe en nuestro país y quizás, también, en otros puntos del orbe: los pescadores deportivos.
Nos estamos refiriéndonos a Marcelino Cuevas Vargas (44), casado con Carmen Nuñez Osorio, dos hijos: Rafael (21) y Antonio (17).
Después de varios meses desconectados, nos enteramos que Carmen -tras cursos de por medio y otros que está haciendo- está trabajando en el Hospital local. Feliz, porque era lo que estaba esperando desde hace mucho tiempo; con su hijo mayor a poco de titularse de técnico en enfermería y arsenalero, en tanto su hijo menor, en tercer año medio en el Liceo “Agustín Ross”.
Tras repasar otros temas, Marcelino y Carmen nos dejan invitado a su casa, que es punto de reunión de amantes de la pesca y que llegan allí generalmente los fines de semana, pero que -también- si la pesca esta buena, en cualquier día de semana. Basta un llamado telefónico o mail, para que enterados que está saliendo tal o cual especie, para que dejen literalmente “botadas” sus actividades y se vienen a las playas de Pichilemu.
Así es, pues algunos de esos miembros de ese club, pueden darse el lujo de hacerlo, para practicar su hobby favorito.

VISITA
En vista de la insistencia fuimos a la casa de Marcelino. Después de saludar, no pude dejar de elogiar el vehículo que franqueaba casi su puerta. Y antes de terminar mis comentarios, su esposa Carmen me dice: “Ah, … Esa es una historia muy linda que yo se la cuento”.
Y la verdad que tenía toda la razón. Aparte de ser hermosa, coincide y avala lo que decíamos al principio. Y ya sabrán por qué.
En forma resumida, la historia es así: “El 2005 conocimos a un pescador deportivo de Curicó, Ricardo Uribe. Y en marzo de 2006 me llamó -nos dice Carmen- y me explicó que quería organizar una sorpresa para Marcelino en la cual me pedía la más absoluta reserva. El junto a otros pescadores conocidos y amigos no solo de Curicó, sino Santa Cruz, San Fernando, Rengo, Rancagua, Santiago, Isla de Maipú, entre otros, se empezaron a poner de acuerdo para regalarle un vehículo a mi esposo y facilitarle la tarea que él cumple para ellos. Meses después, los primeros días del mes de Septiembre me pidieron que pidiera una Cena en La Hostería La Gloria para alrededor de 20 personas que estaban comprometidas a asistir para un día viernes. Y que ese día llevara a Marcelino con otro motivo a la hora acordada. Llegó el día y pese a las preguntas y sospechas, logré convencerlo para que me acompañara. Ese día llovía torrencialmente, pero igual fuimos. Era sí o sí, porque estaba todo planificado. Y llegamos a conversar con la administradora, Anita María, y después de hacer un poco de teatro, nos invitó a pasar a un comedor donde estaban allí todos sus amigos. En el transcurso de la Cena, le anunciaron y mostraron las llaves del vehículo que le tenían. Y a pesar que no quería creer en la verdad del obsequio, ahí está. No es un vehículo nuevo, pero está bien equipadito como usted lo vio. Es más, le están sacando detalles permanentemente e incluso nos dan periódicamente para el combustible ….”.
El vehículo es un Suzuki S-J410, del año 1983; pero se ve bien cuidado y en buenas condiciones mecánicas.
Todas esas personas a lo menos han estado pescando junto con Marcelino no solo en las playas de Pichilemu, sino en varias partes del sur y norte del país. Y, por supuesto que “la suerte” siempre los acompaña.
Y en muchas ocasiones su casa, ha sido no solo lugar de reunión, sino el lugar preciso para hacer un asadito, como el que pudimos probar el que preparó Marcelino, mientras conversábamos junto a un muy buen vino, especial para la carne.

LENGUARAZO
No está demás recordar que Marcelino Cuevas era uno de los tantos pescadores de orilla hasta el año 1989. Actividad que combinaba con trabajos esporádicos que posteriormente -por razones de salud- dejó de hacer, excepto la actividad de la pesca. Es precisamente en esta actividad cuando ese año, capturó un ejemplar de Lenguado de 13.300 gramos. Leyó bien: Trece quilos y 300 gramos, el más grande pescado en la región. Y muy cerca del record nacional obtenido por el Dr. Fernando Cuevas -¡que tremenda coincidencia!- quien capturo dos años antes un ejemplar de 14.050 gramos, en las playas de la V Región.
“Desde que aparecí en las páginas del Diario “La Tercera” empezaron a llegar a mi casa, pescadores deportivos con los cuales hemos pescado en muchas jornadas. Y muchos me consideran su amigo, lo que para mí es un orgullo, como también para mi familia, pues son diversos profesionales, empresarios, que me han ayudado mucho y me siguen ayudando por mi trabajo de Guía de Pesca Deportivo; pues a eso me sigo dedicando exclusivamente. Y ahora, con mayor razón que puedo movilizarme mejor con este 4×4 que me regalaron”.
¿Y aprendiste a conducir o te llevan en él?.
– “Por supuesto. Terminé mi cuarto medio el año pasado y no iba a sacar mi Licencia de Conducir. Al principio mi amigo Pato Galáz -también Guía de Pesca- me conducía; pero ahora puedo salir solo sin problemas, aunque siempre prefiero ir acompañado”, nos dice al tiempo que nos muestra su licencia.
¿Y cómo te sientes con este regalo?
– “Imagínate. Tremendamente feliz, aunque cuando me hicieron entrega de él, pensé que era una broma. Igual pienso que muchos deben pensar cómo este se compró el vehículo. De dónde lo sacó …., pero no por ello vamos a llorar. Me siento contento y agradecido”.
Y después de unos instantes, sigue: “Después de todo, creo que mi trabajo lo he hecho bien. Yo vivo para estar llamándolos o informándolos de cómo está la pesca. Los acompaño a dónde ellos quieran ir. Y a ellos no le va mal con la pesca cuando voy con ellos. No es siempre igual, pero generalmente … le hago honor a mi apellido”, dejando traslucir su sentido del humor.
Marcelino sigue siendo un pichilemino, como pocos, y contribuyendo al turismo con su actividad, pues la mayoría de esos pescadores deportivos llegan a hoteles, cabañas, cada vez que vienen a Pichilemu.

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