Recientemente se han conmemorado los 102 años de su explotación industrial de la mina de cobre subterránea más grande del mundo, conocida en su tiempo como Sewell y más tarde, tras su chilenización (1967) y nacionalización (1971) como El Teniente. «pichilemunews» les entrega antecedentes históricos, que aparecen en un website www.revistaurbanismo.uchile.cl y que se transcribe textual,
respetando los derechos de su autora.
SEWELL: EL COBRE COMO PATRIMONIO
El Teniente: Conocido fuera de nuestras fronteras como la mina de cobre subterránea más grande del mundo, El Teniente está próximo a cumplir un siglo de explotación industrial ininterrumpida, generando riqueza para nuestro país. Se trata de un gran complejo minero – metalúrgico, situado al este de la ciudad de Rancagua, formado por áreas de trabajo, vasta infraestructura y dotación altamente especializada. No obstante, su historia es antigua y poco conocida, pese a ser la obra de muchos hombres que desplegaron energías para sacar adelante un recurso no renovable en forma eficiente y
competitiva.
Hoy se sabe que El Teniente era trabajado desde la época prehispánica por aborígenes de la zona, para confeccionar armas y utensilios, viviendo períodos intermitentes de producción. A lo largo de diversas tutelas, como la Compañía de Jesús y la familia del Conde de la Conquista Mateo de Toro y Zambrano, se tejieron dos versiones sobre el origen de su apelativo. Una, la leyenda de un Teniente fugitivo que
descubrió el lugar huyendo hacia la cordillera, y la otra, la figura del Teniente de Ejército don Juan de Dios Correa y Saa que hizo esfuerzos por mantener abierta esta labor entre 1822 y 1879. En definitiva, la coincidencia de un mismo grado militar entre aquel anónimo descubridor y el verdadero explotador de la mina postindependencia, originaron la denominación aludida.
Pero al morir Correa y Saa, su familia encargó al ingeniero de minas italiano Marco Chiapponi que pusiera la mina en venta, siendo adquirida en 1904, por el ingeniero de minas estadounidense, William Braden. A comienzos del siglo XX, el contacto entre ambos profesionales permitió salvar la coyuntura dada por el abandono de la veta, la falta de inversión y la despreocupación de los ex propietarios, formándose en 1905, la empresa Braden Copper Company que
puso en marcha las operaciones de El Teniente a gran escala.
Para esto, se llevó a cabo un calculado plan de obras que abarcó construir un camino carretero entre el valle y la mina -y luego un ferrocarril como medio de transporte- tener una oficina comercial en Graneros y bodegas en La Compañía, reabrir la extracción minera, levantar una planta concentradora, una fundición e instalaciones anexas para procesar el mineral obtenido, varios campamentos de
habitaciones -entre ellos Sewell- contratación de obreros y un Patio industrial en Rancagua. Además, Braden Copper adoptó una organización interna propia para dirigir las tareas administrativas, no sin antes vencer los trámites exigidos para autorizar su presencia en Chile.
Posteriormente, ella sería adquirida por los hermanos Guggenheim, pasando a ser parte de Kennecott Corporation.
Desde el primer momento y venciendo la dura geografía andina, el trabajo minero fue desarrollándose con relativa normalidad,
enfrentando obstáculos naturales y climáticos, riesgos, accidentes laborales, y dos catástrofes de envergadura que entre 1944 y 1945 cobraron la vida de casi 500 trabajadores y habitantes de Sewell.
Una vez superado este hecho, a fines de la década de 1940, la empresa retomó su actividad habitual, emprendiendo una importante etapa. Por una parte, la influencia de novedosas políticas de administración estadounidenses remozaron su estructura interna clásica; y por otra, renovada información geológica certificó las ricas reservas que aun contenía la mina. Ambos factores impulsaron la expansión de Braden Copper, en busca de ampliar su capacidad productiva, primero mediante el Plan Codegua que no prosperó, y segundo, con el Programa de Expansión o Plan 280, formulado para alcanzar 280.000 toneladas anuales de cobre. Así, entre 1967 y 1970, Braden Copper hizo la mayor inversión minera del momento, con obras destinadas a explotar nuevos niveles productivos, contar con moderno transporte subterráneo y la Carretera El Cobre, edificar el Concentrador Colón, ampliar la fundición Caletones, aumentar el abastecimiento eléctrico, entre otros
avances.
Durante esta transformación, la historia económica del cobre se mezclaría con la historia política de Chile, en los procesos de «Chilenización y Nacionalización» del metal rojo; fechados en 1967 y 1971 respectivamente. Y más aun cuando en 1976, Sociedad Minera El Teniente pasó a ser la División El Teniente de Codelco – Chile.
Así, atrás quedaba el ciclo de faenas manuales e industriales, que en los últimos 30 años ha evolucionado aceleradamente hacia un ciclo productivo mecanizado y tecnologizado. Hoy, El Teniente está a la vanguardia como yacimiento cuprífero entre sus pares, combinando explotación, seguridad, calidad y medio ambiente.
SEWELL CAMPAMENTO
Indagando en su origen, el campamento surgió como asiento del primer concentrador, sin tener fundador conocido. Discrepando con la clasificación urbanística de la «Propuesta de estudio para la conservación, renovación y reciclaje de Sewell» (1988), desde el punto de vista histórico – social, propongo una calendarización de Sewell basada en elementos como su presencia humana y acontecimientos significativos allí ocurridos:
– Etapa de nacimiento (1905-1906). Sewell nació como planta
industrial, bajo el nombre de «Establecimiento beneficiador de
minerales» o «Molino», caracterizándose por la creación de sus
primeras instalaciones productivas, oficinas y habitaciones.
– Etapa de «prueba» y formación (1907-1920). Sewell tomó la forma de campamento, adquiriendo su apelativo definitivo, y caracterizado por la operación conjunta de Concentrador y Fundición, y disposición de servicios básicos (agua y luz).
– Etapa de afianzamiento (1921-1966). Sewell presenta la fisonomía de ciudad, al producirse la separación entre el Concentrador y la Fundición -que se trasladó a Caletones- registrándose un crecimiento demográfico y el apogeo de sus instituciones.
– Etapa de traslado (1967-1978). Sewell pierde su fisonomía de ciudad con la desocupación que provocó el proceso de la «Operación Valle», durante el Programa de Expansión.
– Etapa de centro de trabajo (1979-1997). Sewell vuelve a su función de campamento, dada la permanencia de trabajadores de firmas contratistas que desarrollan faenas de apoyo a la producción y proceden a desarmar la mayor parte de sus edificios originales.
– Etapa de patrimonio (1998-2000). Sewell es declarado zona típica por el Consejo de Monumentos Nacionales, pese a estar dentro del área saturada establecida por CONAMA, que obliga al personal de firmas contratistas a abandonar los edificios aun habitados.
SEWELL MINERO – INDUSTRIAL
Desde sus inicios y ubicado siempre en el mismo lugar, Sewell ha sido el principal campamento del mineral, instalado por Braden Copper entre 1905 y 1906, en la ladera de la montaña frente a la mina y a fugaces campamentos creados en las primitivas vetas explotadas. Fue construido como «establecimiento beneficiador de minerales», integrado por una planta de concentración o molino para tratar 250 toneladas diarias de mineral, que eran acarreadas por un tranvía aéreo desde el yacimiento; y un «Dínamo» que suministraba la energía eléctrica.
Sin embargo, sólo en 1915 este poblado industrial y los primeros edificios que lo rodeaban, fueron bautizado
s como «Sewell» en memoria de Barton Sewell, alto ejecutivo de Braden Copper que falleció ese año en Nueva York. El nunca conoció Chile ni El Teniente, pero siempre apoyó a William Braden en su idea de perseverar en la explotación del
yacimiento.
Pese a su trazado asentado en un terreno montañoso, la necesidad de aumentar la capacidad inicial de beneficio obligó a ampliar el concentrador con los años, introduciendo nuevas unidades de chancado, molienda, la producción de ácido sulfúrico y de molibdeno. Ello explica la contratación de masiva fuerza laboral con el consiguiente arribo de familias y el crecimiento del campamento -según evidencian sus fotografías- convirtiéndose en una ciudad. Sin embargo, el Programa de Expansión inauguró un segundo concentrador en Colón que se sumaba al existente en Sewell; y por costos de
mantención, la empresa ordenó la «Operación Valle», es decir, el traslado de los residentes de Sewell, Caletones y Coya a Rancagua, despoblando dichos campamentos al cabo de una década. Posteriormente, Sewell sería desmantelado y modificado por trabajos efectuados en la década de 1980.
En la actualidad, Sewell subsiste como área industrial de División El Teniente de Codelco – Chile, albergando el viejo Concentrador del mismo nombre -próximo a paralizar sus operaciones- oficinas administrativas y antiguos edificios cívicos, habitacionales y de servicios.
SEWELL SOCIAL
La explotación cuprífera de El Teniente demandó progresivamente mano de obra, que llegó a habitar con su familia en los campamentos del mineral como Coya o Caletones, surgidos después de Sewell. En todos ellos y venciendo el aislamiento geográfico, cientos de individuos procedentes principalmente del sur, quedáronse a vivir atraídos por un
trabajo bien remunerado, disponibilidad de vivienda, salud, educación, servicios básicos e intensa vida social.
Tras la huella abierta por los pioneros, la población se renovó paulatinamente en hijos y nietos. Durante décadas, la dura jornada era sobrellevada practicando deportes, entretenciones y una convivencia estrecha entre todos. Como en muchos poblados, tuvo clubes, comercio, iglesia y espectáculos.
La vida de campamento fue una sociedad mixta que juntó familias chilenas y extranjeras, no exenta de diferencias salariales y sociales, cuya rutina general era atentamente vigilada por el Departamento Bienestar Social, que regulaba el aseo y ornato, la ley seca, la asignación de casas al personal y las buenas costumbres.
En casi un siglo, más de 100.000 personas se han desempeñado
laboralmente en El Teniente, cumpliendo su curva de la vida en un campamento como Sewell. Entraron jóvenes a aprender un oficio, lograron ascender de cargo por su esfuerzo, cumplieron el Servicio militar, contrajeron nupcias, vieron nacer, crecer y educar hijos, pasaron los años hasta retirarse con suerte a una vejez modesta o próspera.
Sólo en la década de 1960, cuando Sewell bordeaba los 15.000
habitantes, la empresa propietaria del mineral informó a sus moradores que era hora de abandonar el campamento, debido a demandas de costo y progreso. Para los sewellinos no fue fácil cortar un pasado enraizado en lazos de sangre, penurias y comunidad.
No obstante, nunca imaginaron que en Rancagua deberían unirse para luchar por defender la demolición de sus edificios, y más tarde, la fuerza de sus firmas contribuiría a la declaratoria de «zona típica» otorgada por el Consejo de Monumentos Nacionales en 1998. En suma, la última generación de nacidos y criados en Sewell es la responsable de
transmitir esta cultura minera y que merece conservarse para siempre (1).
__________
[ 1] María Celia Baros M. es Licenciada en Historia (1988) con postítulo en Historia de Chile (1995), de la Universidad de Chile; y especializada en historia social de la Gran Minería del cobre siglo XX. Desde 1991 presta asesoría histórica a División El Teniente Codelco – Chile. Autora de artículos sobre la materia publicados en revistas («Reverbero», «Boletín Minero», Informativo IIMCH) del ámbito
minero, y de la monografía «El Teniente Los Hombres del Mineral. 1905-1945 (tomo I) y 1945 – 1995 (tomo II). Santiago, 1996 y 2000 respectivamente. Monografías auspiciadas por División El Teniente Codelco – Chile y patrocinadas por el Instituto de Ingenieros de Minas de Chile. Coinvestigador proyecto Fondecyt «Las ciudades del cobre en Chile (1905-2000). Un estudio comparado de los asentamientos de explotación cuprífera», desarrollado entre 1999 y 2000. Directora del proyecto «Catalogación archivística de documentación histórica de El Teniente», mediante convenio entre el Programa para Bibliotecas y
Archivos Latinoamericanos de la Universidad de Harvard y División El Teniente de Codelco – Chile, desarrollado entre 2000 y 2001. Miembro asociado del Instituto de Ingenieros de Minas de Chile; y Prosecretaria de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía.