REVISTA DEL CAMPO – Diario El Mercurio – Lunes 9 de Julio 2007
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Olivos, ovinos y turismo enológico están entre las actividades que toman fuerza en la Región de O’Higgins. Se suman a las «tradicionales», frutas, carnes blancas y el maíz.
La ceremonia se repite un par de veces a la semana. Tomás Eguiguren maneja casi dos horas para llegar a Marchigüe, en pleno secano interior de la VI Región.
Luego de atravesar cerros ocres, tapizados con una que otra plantación forestal y por esmirriados piños de ovejas, Eguiguren ingresa al fundo San José, propiedad del empresario Alfonso Swett.
El contraste no puede ser mayor. Son 650 hectáreas de olivos, un verdadero mar verde. Y la marea seguirá creciendo, pues Eguiguren, como cabeza del proyecto, debe supervisar los trabajos en otras 350 hectáreas que incorporarán este año.
«Antes de que empezáramos a plantar en 2005, en el campo trabajaban sólo tres personas. Ahora tenemos contratadas a 50 y, en plena cosecha, el número debería, por lo menos, duplicarse», afirma Eguiguren.
La idea es, en unos 5 años, producir ahí 2 millones de litros de aceite de oliva.
Para evaluar las dimensiones de la inversión de Swett basta una comparación con la Toscana, en Italia. En el corazón olivero de la península, la superficie por productor no alcanza a llegar a una hectárea.
Para sacar el proyecto adelante fue necesario construir canales y tuberías de 10 km de largo para traer las aguas del río Tinguiririca. A eso hay que sumarle un complejo sistema de riego por goteo y, próximamente, una almazara, molienda en la que las aceitunas se convierten en aceite. En total, el proyecto contempla una inversión de cerca de US$ 20 millones.
Sin embargo, Swett no está solo en su apuesta por la VI Región.
El empresario Felipe Sahli lleva adelante un proyecto de 200 há para la crianza intensiva de ovinos, también en Marchigüe.
La lista sigue. La Viña Casa Lapostolle inauguró una imponente bodega con cinco pisos al interior de un cerro en Apalta.
Impacto profundo
La velocidad que tomó O’Higgins se nota en el desempleo. Según cifras oficiales, el índice ronda el 4%, lo que en la práctica significa pleno empleo. Buena parte de ese resultado está en el dinamismo del agro que, según el Banco Central, da cuenta del 21% del PIB regional, cuatro veces más que el promedio nacional.
En zonas como Santa Cruz, el auge de los proyectos de turismo enológico tiene el desempleo en niveles de 2%. Por primera vez en su historia las zonas rurales de la VI Región atraen trabajadores, en vez de expulsarlos a las ciudades.
Pero no todo son proyectos nuevos. Parte medular de la buena salud del agro de O’Higgins se debe al buen pie en que están rubros tradicionales como las carnes blancas, la agroindustria y el maíz.
En Lo Miranda está la sede central del holding Agrosuper, el gigante de los cerdos, aves, frutas y vino, que ya factura cerca de US$ 1.300 al año. De hecho, en la VI Región se faena más del 70% de los porcinos del país y casi la mitad de las aves chilenas.
En el maíz, la historia es similar. Los agricultores de la zona dan cuenta de casi la mitad de la producción nacional. En el último año su valor acumula un alza cercana al 35%. La sonrisa de oreja a oreja de los maiceros no se las quita nadie.
«Si hay una región que simboliza el Chile Potencia Alimentaria, esa es la Sexta Región», afirma rotundo Horacio Merlet, seremi de Agricultura.
Ese buen momento llegó en un período preciso, pues la industria de la fruta, el otrora baluarte de la actividad agrícola de O’Higgins, vive momentos complicados, debido al bajo precio del dólar y al alza del costo de la mano de obra.
Chile chico
Si se mira desde afuera, la actividad agrícola de la VI Región es un verdadero «Chile chico». Es posible encontrar casi todos los rubros existentes en el país.
Desde olivos, tradicionalmente nortinos, hasta ovinos, fuertes en Magallanes. A eso hay que sumar toda la gama de carnes y la agroindustria.
Y no es que se esté hablando de agricultores con una severa crisis de identidad. Lo que pasa es que las tierras del Tinguiririca permiten producir casi de todo.
«La Sexta Región tiene un clima mediterráneo, pero con una influencia sureña. Esa cualidad les da muchas alternativas a los inversionistas y explica el buen momento que vive la zona», indica Alfonso Swett.
Otro punto que juega a favor es la cercanía con Santiago. Eso le da una alta visibilidad entre los empresarios de la capital, el centro económico del país. Tal como en el dicho, «al ojo del amo engorda el ganado», y la posibilidad de en sólo dos horas pasar de su oficina al campo es muy atractiva.
En el caso del secano, todavía la oferta de tierras es interesante. Debido a la necesidad de fuertes inversiones en riego para hacerlas económicamente rentables, los precios todavía no son tan altos como en el valle central. De ahí el fuerte vuelo que están tomando los proyectos ovinos y de olivos en esa zona de la VI Región.
Lo que falta
A pesar del avance logrado, todavía hay varios puntos que mejorar.
El primero es resolver la fuerte disonancia entre la capacidad productiva del agro de O’Higgins y la baja investigación científica y tecnológica que se realiza.
No obstante contar con más de medio millón de hectáreas dedicadas al agro, la región carece de centros universitarios propios. Aunque en el último tiempo se han instalado algunas sedes de centros de educación superior, ninguna realiza investigación sobre las condiciones productivas de la VI Región. La única excepción es la labor de la sede Rayentué del Inia, anclada en Rengo. Claramente, un esfuerzo deficiente.
La explicación de ese hándicap es que Rancagua se encuentra en medio de un «sandwich académico». La cercanía con las potentes facultades de Agronomía de la U. de Chile y Católica, en Santiago, y de Talca, en la VII Región, inhibieron el desarrollo de un camino propio.
Esa ausencia se nota. El caso más dramático es el de los carozos, ya que la región es una de las mayores productoras del país. Debido a que no se desarrollaron variedades propias con larga vida de poscosecha, algo vital para llegar bien a los mercados de destino, los duraznos y nectarines enfrentan el rechazo de los consumidores.
Si se tiene en cuenta que en O’Higgins existe medio millón de hectáreas de aptitud agropecuaria, se aprecia el volumen de lo que está en juego.
«Desde el tiempo de la Colonia que la VI Región ha sido un vergel, con un gran desarrollo hortofrutícola. Sin embargo, nunca tuvo un apoyo directo en investigación. En momentos en que hay tanto esfuerzo colocado en las exportaciones agrícolas, que eso se mantenga es un riesgo muy importante para el futuro económico de la región», afirma Aldo González, experto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España y criado en la VI Región.
Un segundo punto clave a mejorar es la necesidad de aumentar la cobertura vial en las áreas rurales.
«Es cosa de irse al campo, por ejemplo, en la zona costera y ver que faltan buenos caminos de acceso. Hay muchos camiones circulando, pero hay poca infraestructura. Tenemos que invertir más en ese tema», afirma Alfonso Swett.
En el Gobierno señalan tener conciencia de ese talón de Aquiles. Afirman que para este año se asfaltarán 115 kilómetros de caminos rurales en O’Higgins.
Si eso se concreta, es de imaginar la velocidad que agarrará la VI Región.
El b
oom del turismo enológico
A mediados de los 90, hablar de turismo en zonas rurales de la VI Región era casi de locos. No existían hospedajes ni restaurantes de calidad internacional. Incluso, la mayoría de los establecimientos difícilmente satisfacían los requisitos de los consumidores locales.
Hace una década, tres viñas de Colchagua dieron un paso inédito en el país: crearon la primera ruta del vino. El objetivo era establecer un circuito similar al de Napa Valley, en California, y mejorar el marketing de sus vinos.
Y en 10 años mucha agua ha pasado bajo el puente. Ahora son 18 las viñas asociadas y se ha creado una fuerte infraestructura turística. Junto con el Hotel Santa Cruz Plaza, del empresario Carlos Cardoen, se han instalado hoteles como La Playa, el Histórico de Marchigüe y Hacienda Panamá.
De hecho, cada año circulan cerca de 100 mil personas en la ruta del vino, que inyectan nada menos que US$ 10 millones a la economía local.
Opiniones
John Lüer
Gerente de Exportaciones de Agrosuper
‘Debemos potenciar la imagen de la VI Región y presentarla en el exterior como el área que produce las mejores carnes, vinos, frutas, entre otros alimentos.
Además, para aumentar la oferta exportable, las autoridades podrían ser más ágiles en dar los permisos a los proyectos destinados a aumentar la producción, obviamente cumpliendo las normas de impacto ambiental’.
Thomas Wilkins
Gerente de la ruta del vino de Colchagua
«En la región hay un dinamismo muy importante, no sólo en el área del turismo, que es la que mejor conozco. La muestra más palpable es que la calidad de vida de las personas está mejorando, debido al bajísimo desempleo».
Eduardo Moraga Vásquez.