QUE MALA SUERTE: LOS CHILENOS SOMOS HIJOS DE INMIGRANTES

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QUE MALA SUERTE: LOS CHILENOS SOMOS HIJOS DE INMIGRANTES

¿De que forma los inmigrantes podrían comprar a los españoles? ¿Y si así ocurriera, qué grado de certeza habría para que nos miraran mejor? Estas y otras interrogantes surgen ante los hechos recientes y que se vienen conociendo a medida que van quedando al descubierto, como los ataques de que son objeto los inmigrantes de diversas nacionalidades. Algo que no solo está ocurriendo allí, por desgracia, sino en toda Europa -el continente más ilustrado- como en otros, a raíz del racismo que se manifiesta de múltiples formas.
Nos detendremos sin embargo, para referirnos a la España “conquistadora”, la misma de donde provienen nuestros ancestros, pero que a poco de llegar “se compró” prácticamente a todo el continente -excepto Brasil y Norteamérica y lo que es Canadá- con puros “espejitos” y “baratijas”, llevándose a cambio el oro, la plata y otras riquezas de quienes hoy desprecian, pese a que son “hijos” de sus descubridores, conquistadores y de toda la estirpe enviada por estos lares.
No niego mi sangre, que en algún porcentaje debo tener, de estos antepasados. ¿O quizás estaba contaminada con los “moros” que los tuvieron a ellos “enyugados” por más siglos que ellos a nosotros? Tampoco niego, que muchos españoles son admirables -hombres y mujeres, en una cantidad importante y en varios ámbitos- pero no por ello nos quedaremos impasibles ante la impotencia que produce conocer hechos repudiables, de connotación racista.
Tampoco deseo, que cada español que ha ido a Irak -como otros “libertarios”- regresen a su patria con un traje de madera, como consecuencia de la misma medicina que ellos -en cierta forma- están aplicando a quienes llegan a sus tierras. Y que sin hacer nada sufren ataques como la joven ecuatoriana que sufre un ataque y felonía de un valiente español, en el interior de un tren.
A raíz del juicio que ha motivado esta agresión, me pregunto ¿dónde está la justicia española, esa misma justicia que ellos han reclamado contra ciudadanos de su país -Caso Soria, por dar un ejemplo- y de lesa humanidad -Caso Pinochet- y no son capaces de aplicar justicia a estos valientes españoles de que se trata.
¿Dónde estás ahora, Garson?
¿O será acaso que al Juez español que acaba de dejar libre al agresor -confeso, pero que no se acuerda de nada- y que los eficientes fiscales aleguen “no haber sido informados de la gravedad del asunto” y en consecuencia haber actuado más diligentemente?
No nos debemos olvidar de varios casos conocidos, esta vez a chilenos, que sin ser casos de agresión física, han sido violentos en sí mismo. ¿O acaso el detener en el aeropuerto y ser retenidos por horas, incluso por días, por no llevar los suficientes dólares para gastar -o pesetas- y en caso contrario una carta invitación?
¿Habrían entrado los españoles a América si hubieran sabido que existían Aduanas y que al regresar no se permitía sacar ni un gramo de metales preciosos?
El caso que ha originado este artículo, trata de la agresión de un joven español -Sergi Xavier Marti Martínez, de 21 años- que sin ningún motivo agredió a una joven ecuatoriana. Verbalmente primero, luego le propinó un “pellizco” en el pecho. Y no contento con esto, cuando se iba a bajar, se devolvió y le pegó un violento puntapiés en pleno rostro.
Hace unos días vimos la noticia en televisión y el domingo, en Reportajes de La Tercera, aparece un artículo con una secuencia de cuatro fotografías donde se muestran los hechos más indignantes. En ellas aparte de los “protagonistas” aparece una tercera persona a escasa distancia: un joven que observa en unas y se ve mirando “para el lado” en otras. Esta agresión fue grabada con cámaras de “seguridad” del servicio de transporte (¿de qué tipo de seguridad se tratará?).
Este caso y sus escenas, me hacen recordar situaciones parecidas y de nuestra realidad nacional: Ví una película americana -cuyo nombre no recuerdo- que ocurre en el “Subway” de Nueva York. Todo acontece durante el recorrido de ese servicio de transportes en el curso de la noche y donde van subiendo pasajeros a uno de los coches. Un par de delincuentes -blancos- virtualmente toman de rehenes a esos pasajeros, no dejándolos bajar, en tanto se van incorporando más pasajeros. A todos los van molestándolos y vejando, a tal extremo, que de quien menos se esperaba una reacción -un recluta con su brazo en cabestrillo- logra controlar la situación, pese a que lo hieren con arma blanca. Todo por cierto al cabo de otros casos fallidos y prácticamente cuando hasta los espectadores se quieren levantar del asiento para “hacer justicia” ante tanta impotencia.
Las dramáticas acciones durante todo el recorrido van matizadas con “racontos” de personas, parejas y personajes que van dando cuenta de situaciones vividas de cada uno, en momentos previos a este “especial viaje” en la gran manzana que ya mostraba su podredumbre, hace casi treinta años o más.
También en esta cinta se aprecia no solo cierto racismo, sino la actitud tan característica de “valientes” cuando por a, b y c razón se sienten poderosos.
La segunda situación me hace recordar la similitud que hay -por una parte- entre el actuar de los Jueces españoles -pues son varios casos que se vienen sucediendo- y el actuar de jueces chilenos en situaciones similares que han dejado en libertad a los delincuentes, aún cuando han tenido prontuario anterior. Y, por otra, aún cuando se da una poderosa razón para la pasividad de la persona que presencia la agresión y “mira para el lado”, de las consecuencias funestas que podrían ocurrirle por involucrarse -ya en el momento, o como testigo de cargo- como terminar acuchillado, golpeado, y los agresores en libertad paseándose como Pedro por su casa.

JUEZ IMPERTERRITO
¿A los jueces españoles les gusta que les manoseen a sus hijas? ¿O prefieren que sean a sus señoras?
Estas interrogantes surgen fácilmente ante la explicación que da el Juez para dejar en libertad al agresor. Así se desprende de su informe: Este consideró que Sergi Xavier le propinó a su víctima un pellizco en el pecho, pero “no se aprecia delito contra la libertad o la indemnidad sexual”. Tampoco apreció lesión sicológica en la víctima a pesar de que (ésta) afirma “sentir miedo por la agresión .. (debe) acudir acompañada a su centro de enseñanza …, (y tiene) problemas para conciliar el sueño”.
Y nótese, en este caso ha habido reacciones -incluso- del Presidente de Ecuador, quien junto con deplorar el hecho le puso abogado para lograr -al menos- la condena y reclusión del agresor. Por su parte el Presidente español calificó el hecho como “deleznable”, pese a todo, el caso está con el delincuente libre. Lo mismo ocurre con el autor de una agresión a un congoleño, Miwa Buene, quien quedó tetrapléjico a causa de la agresión.. Y así suma y sigue …
¿Pero acá en Chile no ocurre nada al respecto? Debemos señalar que hechos parecidos también han ocurrido en nuestro país y si bien no han alcanzado la notoriedad de los hechos centrales, también han ocurrido muertes. Y la colonia peruana -quizás- ha sido la más afectada pues es una de las más numerosas.
En buena hora, en días recientes -si bien ello no asegura que hechos como los indicados no vuelvan a ocurrir- se ha dictado una normativa que va a permitir que una cantidad no menor de inmigrantes ilegales peruanos, entre otros, podrán regularizar su permanencia en el país y, con ello, acceder a algunos “beneficios” en salud, trabajo (si lo encuentran).
A propósito, un nuevo programa de Chilevisión -CHILE ANÓNIMO- mostrará en su capítulo de hoy lunes, la situación de los inmigrantes peruanos. Una oportunidad para que reflexionemos si es así como nos gustaría que nos tratarán a nosotros en otro país.

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