CARTA ABIERTA A ADOLFO, ESCRIBEN DESDE RANCAGUA

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CARTA ABIERTA A ADOLFO, ESCRIBEN DESDE RANCAGUA

Décadas atrás la “clase política” era respetada. Era como tener un apellido de la más alta alcurnia y muchos que, no teniéndolo, se sentían orgullosos de pertenecer a ella, pese a su modesto apellido, como la gran mayoría de los chilenos.
Hoy en cambio, la “clase política” cada vez TIENE MENOS CLASE. Los hechos cotidianos, donde los señores parlamentarios, dirigentes de partidos y funcionarios de gobierno dan un triste espectáculo; donde la “clase” no se vé por ninguna parte.
Hace días rondaba en mi cabeza hacer un artículo para expresar mis modestas elucubraciones; pero por cosas de tiempo -increíble- no podía sentarme a ordenar las ideas y escribirlo. Hoy al revisar la prensa “on line”, veo con no poca sorpresa un artículo que calza casi en un 100% con esas ideas inmaterializadas y por ello, junto con felicitar al autor de este artículo con “injundia” como decía una de mis abuelitas, lo reproduzco textual, dándole el crédito a Cristian Ibarra Ibañez, del staff del Portal www.diarioelpulso.cl

Carta abierta a Adolfo, Don Colorín

Honorable Adolfo:

Usted no es santo de mi devoción. Es más, casi me cae mal. Me es absolutamente antipático, no sé, debe ser por ese estilo suyo, como de siempre andar maquinando algo, como de andar enojado queriendo darle con el garrote a alguien, mucho más soberbio y altivo que su hermano Andrés (donde por cierto usted le gana por varios centímetros).

Ahora le dio por irse en contra del gobierno (hace bastante tiempo), en contra de su partido, de la directiva, de los proyectos, en contra de EFE y del Transantiago, qué cosa la suya!. Sin embargo quiere que le diga algo, le encuentro toda la razón!

Usted mi Honorable Adolfo (me suena como a maestro de Shao Lin), tiene la virtud -que hay que reconocerle y que no tiene la mayoría de nuestros políticos y parlamentarios- que no es mojigato ni acomodaticio, no tiene pelos en la lengua y se algo le parece mal, va y lo dice y -en estos tiempos que corren- aquello es un bien escaso, casi patrimonio arqueológico, por lo que se le agradece, sobre todo cuando es capaz de enfrentar toda suerte de frescura y cararajismo.

La consecuencia, como toda actividad de la vida -pero muy especialmente en política- también ha pasado a convertirse en un bien escaso. A riesgo de quedarse sin partido (que no es lo mismo quedarse sin militancia), usted ha desafiado a los poderes fácticos no sólo de la DC, sino también del gobierno. Lamentable, al menos a mi juicio, ha sido el actuar de la actual mesa directiva demócrata cristiana, en donde el “nuevo sol” que se prometía ha quedado totalmente eclipsado por esta, que debe ser la crisis más grave en la historia de la DC -incluso me atrevería a decir- que el cisma que vivió la colectividad a fines de la década del 60 y que dio origen al MAPU y a la Izquierda Cristiana.

Esta suerte de “reflujo” partidista viene a evidenciar la falta de carácter y liderazgo de un partido que poco a poco ha ido siendo absorbido por el otro partido “transversal” que usted ha denunciado, que no es siquiera la Concertación, sino el poder del dinero y la mantención de ese mismo poder por el poder. Lo que la opinión pública -y no me quiero arrogar su representación- pero al menos lo que el chileno medio percibe, que lee las noticias y trata de estar informado es que el Gobierno y las directivas de los partidos lo que necesitan son “peones”, no parlamentarios pensantes que en determinado momento, discutan, debatan y pongan en jaque las propuestas gubernativas, como usted mi Honorable Adolfo lo ha hecho junto a sus “pensantes” jinetes. ¿Y es que acaso, nosotros que somos la “sociedad civil” como nos ha encasillado la “clase política” a la cual usted pertenece, no los elegimos para eso?, porque si no fuera así, mandamos a nuestros presidentes de juntas de vecinos, centros de madres y clubes deportivos a parar el dedo al Congreso y con eso basta (ahorrándonos de paso bastante de los impuestos que invertimos en esta democracia que, por Dios sale cara).

Bien Adolfo, usted ha defendido el principio básico de lo que es la ética parlamentaria. Y no una directiva partidista con un actuar casi “stalinista” puede venir a imponer principios y normas en donde no es precisamente la cara más visible la que gobierna, sino más bien “el lado oscuro de la fuerza”, como diría el joven Skywalker, que todos los días se levanta tratando de alcanzar ese “nuevo sol”, que por momentos brilló más que su propia impronta.

Usted hay que reconocerlo también, ha sido bastante caballero al no querer profundizar en otros aspectos de esta crisis, que no sólo es el Transantiago, sino que está asociada a otras empresas estatales, donde los vínculos familiares de la mesa de su partido también están involucrados como es el caso de EFE. Sólo por mencionar algo….
Ni hablar del tema del Tren Trasandino, las platas de Chiledeportes, la crisis en el SENAME, la promesa incumplida del Puente sobre el Canal de Chacao y del Paso Las Leñas, etc.

Para qué agobiarlo más mi estimado Adolfo (bah!, si hasta le estoy tomando cariño). Sepa usted que en esta cruzada, por denunciar el “chanchullo”, el “cararajismo” de algunas autoridades de gobierno y partidos no está solo. Hay cientos de Verdejos, de Moyas, Pérez, Sotos y uno que otro conspicuo ciudadano que le apoyan y le entienden. Pueda ser que la espada láser que ha tomado la tenga bien cargada y no le pase lo de Obi Wan Kenobi en la Guerra de las Galaxias, que por dárselas de jovencito heroico se dejó vencer por el “lado oscuro de la fuerza”.

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