Ese fue el titular que nuestro padre -el Periódico «PICHILEMU»- que mostró en su edición Nº 6, del 30 de diciembre de 1987, en Portada, dando cuenta con una hermosa fotografía -que tenemos en nuestro archivo- y con un texto que continuaba en el interior.
De ello, hoy se cumplen 20 años y días, justo en un nuevo aniversario de la creación de la comuna, un 22 de diciembre de 1891, un año que marcó al país con la revolución que botó al Presidente José Manuel Balmaceda Fernández.
INVERSIÓN
La bajada de la nota periodística indicaba que «fue remodelado con una inversión de 6 millones y medio de pesos». Y seguía: «Con la presencia de Agustín Ross Prieto, nieto del visionario hombre público y diplomático Agustín Ross Edwards -que por el año 1885 se diera a la tarea de crear el balneario pichilemino- se reinauguró el parque Municipal que tras casi un año de intensos trabajos de remodelación cambió hermosamente su fisonomía.
El acto que contó también, con la presencia de autoridades provinciales -presididas por el gobernador Marcelo Nogueira-, comunales -encabezadas por el alcalde René Maturana-, de dirigentes de instituciones comunitarias y de numeroso público, se realizó el jueves 17 a las 20.30 horas en el marco de las festividades del aniversario 96 de la comuna, creada por Ley del 22 de diciembre de 1891.
El alcalde Maturana al hacer entrega de la importante y hermosa obra, señaló en una de sus partes: «La Ilustre Municipalidad de Pichilemu siente enorme satisfacción de haber respondido, una vez más, al clamor de la inmensa mayoría de los habitantes y turistas. Creemos que el tiempo empleado en estos trabajos, que algunos estimaron excesivos, se justifica plenamente con el resultado que hoy exhibimos. Por lo demás, fue mucho mayor el tiempo de abandono que vivió este paseo».
La autoridad comunal junto con recordar el origen del parque, surgido -según dijo- de la visión y capacidad emprendedora de don Agustín Ross y de señalar que ese paseo se constituyó con los años en la carta de presentación de nuestro balneario, manifestó que los trabajos ahí realizados eran parte de un plan de recuperación de diversos atractivos turísticos y urbanísticos tradicionales que conforman un conjunto en este sector.
Más adelante informó que el parque se identificaría definitivamente como Parque «Agustín Ross», en homenaje a quien proyectó el balneario. Concluyó sus palabras con el siguiente llamado: «El parque Ross nos pertenece a todos. Es nuestro deber cuidarlo y preservarlo. Mostrarlo con orgullo y hacerlo cada día más hermoso».
Acto seguido se invitó al gobernador Marcelo Nogueira y al nieto de Agustín Ross a descubrir una placa recordatoria que recuerda la fecha de donación del Parque, por parte de la sucesión Ross en 1935 hacia la comunidad, y de la inauguración -tras su remodelación- con motivo del 96º aniversario de la comuna.
Posteriormente, las autoridades procedieron al tradicional corte de cinta, luego de lo cual se invitó a los asistentes a recorrerlo.
En una pausa, el arquitecto Gerardo Sepúlveda -director de obras municipales- explicó en detalle de la serie de adelantos introducidos, entre ellos, faroles ornamentales, escaños, receptáculos para basura,. Asimismo,, del nuevo delineamiento interior de los pasillos y de la importancia de crearle al parque un acceso principal, como el realizado frente a la calle Comercio.
Igualmente informó del tratamiento que fue necesario realizar a las Palmeras -casi ya centenarias- las cuales por sus mismos años, dijo, estaban propensas a ser atacadas por enfermedades.
Minutos más tarde, mientras la banda instrumental del regimiento «Colchagua» de San Fernando tocaba ritmos del pasado, las autoridades e invitados ubicados alrededor de la pileta, también remodelada, brindaron con champagne justo cuando a las 21 y 15 minutos se encendía la iluminación del paseo, al tiempo que el juego de agua emergía luminoso en medio de los aplausos y admiración del público.
La ceremonia finalizó en los comedores del Hotel Ross -también obra del creador del balneario- con un cóctel a las autoridades, invitados especiales, de dirigentes y vecinos. Oportunidad que aprovecho Agustín Ross Prieto para agradecer la preocupación de las autoridades, especialmente al alcalde que elogió, por haber recuperado el paseo construido por su abuelo, dejándolo -según señaló- tan bonito o mejor de lo que hubiera deseado su creador.
MIRADA A VEINTE AÑOS
¿Qué podemos agregar al respecto? Que en aquella nota no hicimos mención a lo que hoy es tremendamente VALORABLE. Esos 6 millones 500 mil pesos -que era una suma tremendamente alta para la época- se hizo con fondos municipales, como muchas obras que podríamos dar de ejemplo y que reporteamos en su momento.
Si bien es cierto, nuestro Periódico «PICHILEMU» criticó la demora fue porque nunca se mencionó el plazo de tales obras y planteábamos la inquietud no solo nuestra sino de la comunidad que no tenía -como ahora- otros canales para manifestar sus aprehensiones.
Por lo demás, como en otras obras, ésta también era producto -coincidencia o no- en nuestra permanente preocupación por el deterioro de la obra creada y legada por Agustín Ross al municipio. Esta nuestra denuncia sobre el estado deplorable -a raíz de una enfermedad- de varias palmeras, los destrozos a la propiedad pública por parte de «traviesos inadaptados», como el derribamiento de balaustradas, etcétera, etcétera.
Lo mismo, con propiedades privadas -el edificio del ex casino- en ese entonces, donde poníamos de manifiesto el mal estado y abandono de ese patrimonio arquitectónico.
Por otra parte, cabe recordar que, en la administración edilicia entre 1971 y truncada el 73, por primera vez se pusieron faroles estilo colonial al parque, como a la naciente Plaza Prat. Y, con la remodelación del año 1987 se dio paso a una iluminación más de estilo, con 3 globos de vidrio cada una lo que alcanzó a durar hasta el 2003, cuando con recursos concursables y aportes municipales se remodeló la antigua Población Ross; pero como ya hemos dicho anteriormente «varios trabajos duraron menos que un dulce en boca de niño». Y con el agravante que las inversiones -tanto de faroles modernos- y en la Pileta «se consumieron».
Pero no importa, «debemos darnos con una piedra en el pecho todo lo que se hizo con la porquería de dinero «invertido» allí», a decir de los profesionales del SERVIÚ con quienes nos quejamos en esa oportunidad.