LA AVIACIÓN MUNDIAL EN DICIEMBRE, EN NUESTRO PAÍS Y EN PICHILEMU

LA AVIACIÓN MUNDIAL, NACIONAL Y PICHILEMU

El sueño del hombre por volar se remonta al inicio de prácticamente de la vida misma. La mitología nos habla de los intentos de ICARO y Dédalo de volar, hasta que surgen -primero- los globos aerostáticos y, en Concepción se registra un vuelo de un francés, en años pretéritos para más tarde repetirlo en Santiago y otras ciudades. Así Chile -de alguna forma- se «volaba» en esos sueños, tempranamente pese a estar en un confín del mundo.
No obstante, ello no era un obstáculo a que tan solo un par de años pasarían de la hazaña de Kitty Haw -17 de diciembre de 1903- con los Hermanos Wrigth, cuando despegaron un aparato más pesado que el aire tan solo 40 metros, lo que hoy «una ala de avión» es más larga que ese vuelo; cuando un chileno -César Copetta Brossio, en 1910- se elevaba en la Chacra «Valparaíso» en Ñuñoa.
Y así una serie de chilenos se inscribían en la historia aeronáutica mundial, con hitos importantes y considerados en su momento difíciles de lograr. Atravesar la Cordillera de Los Andes por su lado más alto. Fue el piloto Dagoberto Godoy Fuentealba quien lo logró un 12 de diciembre de 1918, quince años desde el vuelo de los hermanos Orville y Wilbur Wright.
La hazaña de Godoy -años después- se instituyó como el Día de la Aeronáutica Nacional, donde se recuerda ese hito y destaca a todos quienes han aportado al engrandecimiento de la aviación nacional. Hoy estas noticias «a no lo son» a menos que se paguen inserciones en diarios importantes, como lo que muestra
La Tercera, en su página 28, y donde no nos deja de sorprender un detalle. Que uno de los distinguidos sea un piloto de la denominada «Caravana de la Muerte»: Antonio Palomo Contreras. Recibió el máximo galardón que otorga la aviación civil en el mundo. El premio «Paul Tissandier», de manos de la Federación Aérea de Chile, FEDACH. Para ello -creemos o queremos creer- debe tener más de un mérito y no solo 40 años de vuelo.
Pero sigamos: A Godoy se unen otros aviadores tan intrépidos como él. Armando Cortínez, Alejo Williamson quien en 1964 logró la hazaña en vuelo sin motor Santiago Mendoza Santiago, en un Planeador Blanik checoeslovaco; hazaña que repitieron el jueves recién pasado el piloto Carlos Pérez y sus hijos Javier y Mauricio, cada uno en Planeador realizando el mismo trayecto. La travesía duró seis horas a 4 mil metros de altura con una velocidad de 130 km/h de promedio. Los pilotos -al igual que Williamson- pertenecen al Club de Planeadores de Santiago. Pero ellos no son los únicos en cumplir hazañas similares, sino que está Srdjan Radic y otros pilotos de planeadores que han cumplido proezas.
Es de justicia recordar también a otros pilotos de antaño. Luis Omar Page y a José Luis Sánchez Besa quien tras participar en muchas competencias en Europa -con varios triunfos- se dedicó a «diseñar y construir» aviones. Y de hecho sus aparatos cumplieron varias performances que dieron brillo y prestigio a este chileno en Europa.
Muchos otros pilotos forman parte de la galería de precursores de la aviación chilena, tanto en el campo civil como militar: Allí están Luis Alberto Acevedo, Manuel Avalos Prado, Sargento Adolfo Bravo Menadier, y muchos otros que contribuyeron a hacer volar alto el nombre de Chile.

PICHILEMU
Una tarde dominguera ya cercana al verano fue testigo de la llegada del primer avión a Pichilemu. El piloto tras varias vueltas decidió aterrizar en el lugar más propicio que se veía. Sin embargo, quienes veían cada vez más cerca el aparato tuvieron que «hacer un descanso» y sacar rápidamente sus improvisados arcos y darle espacio en la cancha de fútbol en el sector El Llano, próximo a la calle Carrera. Los jugadores si bien se detuvieron previamente un momento al constatar la presencia del aparato en el horizonte, después de unos minutos prosiguieron en la disputa de la «pichanga»; sin pensar que deberían interrumpir obligados el juego momentos más tarde.
El aparato, un biplano de la Fuerza Aérea de Chile; motivó años más tarde que se pensara en contar con una Cancha especial para el aterrizaje de estos aparatos como una medida segura y quizás en un medio que podría incentivar la visita más asidua de pilotos a nuestro balneario.
Fue así que, aprovechándose las «facilidades para lotear» que pedía un importante propietario de terrenos, a cambio el municipio le pidió dejara un terreno para Pista de Aterrizaje, lo que se materializó años más tarde (año 1947) a través de una Escritura de «Donación». Hoy después de casi 60 años de ello, varios «vivos» -desde casi diez años a la fecha- están tratando de hacer desaparecer el Aeródromo Municipal para lotearlo. Uno de esos personajes -conocido en el «negociado» de sitios»- le ofreció en reunión de Concejo Municipal al hoy ex alcalde Vargas preocuparse de aquello y «sortear» los obstáculos que impiden destinar aquellos terrenos a «construcciones y/o venta de terrenos» en una de las cláusulas de la escritura; la que agrega que «en el caso que no pueda destinarse en el futuro para tales efectos, solo a través de un Decreto presidencial se podrá destinar a zonas de juegos, o construcción de jardines, pero nunca a construcciones y/o venta de terrenos». Más claro echarle agua ..
En aquella ocasión, «pichilemunews» les dijo al alcalde Vargas y Concejo: «Esta gestión no la hará a cambio de bolitas de dulces. Yo desde este instante declaro que no estoy dispuesto a dar mi voto a cambio de un SOLO METRO».
Semanas después, a través de un concejal este personaje envió su mensaje: «A cambio de las gestiones quería cerca de un cuarto de superficie del Aeródromo y para el lado sur, urbanizados».
¿Qué les parece el perla?
Tras ello las gestiones «se estancaron», pero igual siguieron y han seguido subterráneamente. De hecho el Comodato de Administración del Aeródromo que lo realiza el Club Aéreo de Pichilemu (fundado el 2 de Noviembre de 1964) se redujo -primero- de diez años a cinco. Y en los últimos años, a solo un año de vigencia lo que implica a realizar y firmar anualmente. Todo lo cual ha impedido que el CAP pueda realizar mejoras a través de inversiones mayores que las que implica el mantenimiento. Y no construyendo -a través de subcontratos y/o convenios de arriendo- instalaciones deportivas (canchas de tenis, multichanchas) para uso no solo de sus asociados, sino que para la propia comunidad del sector.
La posición del CAP respecto a la eventual erradicación del Aeródromo se manifestó desde el mismo momento en que en el año 1993 se empezó a plantear en el estudio de un nuevo Plano Regulador (que realizó la consultora del arquitecto rancaguino Eric Ungerer y que se aprobó a nivel local, pero que fue rechazado en el CORE). Dicha posición fue: «Estamos dispuestos a aceptar la erradicación, aún cuando pensamos que es un error, porque la principal fortaleza y atractivo de los pilotos del país, es que el Aeródromo pichilemino está cercano a restaurantes, hosterías y playas. No obstante, NO ANTES QUE EXISTA UNA ALTERNATIVA DE AERÓDROMO». Y como no ha variado esta situación, por ambos lados sigue una pelea entre el CAP y quienes desean erradicarlo, pero desentendiéndose de una alternativa para el Aeródromo, sin importarle cuánto significa lo positivo que un Aeródromo esté operativo en cualquier época del año y ante cualquier situación de emergencia que ocurra.
Y de hecho, en la historia del CAP varios son los casos que -con aviones del Club o en otros- se han salvado varias vidas de personas que han sido trasladas en forma urgente y rápida a centros de atención hospitalaria. El más cercano en la memoria, es el caso de una niña de 7 años aproximadamente que estando en la playa, un joven que jugaba a las paletas le abrió el cráneo de un furibundo golpe accidental, ya que la niña venía por atrás del «jugador». Fu
e un avión del CAP con uno de sus pilotos (Jorge Garcés Daille) quien la llevó a Tobalaba (Santiago) donde ahí le esperaba una ambulancia que le llevó a un Hospital y donde fue salvada tras una riesgosa operación. Ello ocurrió el año 1984.
Tres años antes, fue el piloto pichilemino del CAP, Lino Vargas Jorquera -a la sazón alcalde- quien en un avión de tela, el recordado «Kelita» junto al secretario municipal avisaron «al resto del país» de la situación de aislamiento en que había quedado Pichilemu tras los temporales de ese año. En efecto, lanzando un mensaje amarrado a una piedra, se avisó en Marchigue de la situación que estaba viviendo Pichilemu, que había quedado sin energía eléctrica, sin comunicaciones telefónicas y varias deficiencias más a raíz de los fuertes temporales de ese año.
Por cierto que hay muchos otros ejemplos. Incluso, el destacado escritor y premio nacional Braulio Arenas destacó la labor del CAP en una crónica periodística de hace algunos años; pero desgraciadamente son más los obtusos y miopes que no alcanzan a visualizar la importancia de una institución que sobrevive -como la gran mayoría de los clubes aéreos del país- al esfuerzo de unos pocos.
Esos pocos son los que siguen dando la batalla y que están dispuestos a seguir dando la guerra si así es necesario.

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