DON ANTONIO DE PETREL Y DOÑA INÉS CÓRDOVA ÚNICOS SOBREVIVIENTES DEL PRIMER TREN A PICHILEMU

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DON ANTONIO DE PETREL Y DOÑA INÉS CÓRDOVA ÚNICOS SOBREVIVIENTES DEL PRIMER TREN A PICHILEMU

“Ayer corrió por primera vez el tren entre San Fernando y Pichilemu”. Así tituló su crónica el Corresponsal sanfernandino del diario capitalino “El Mercurio” para dar cuenta del hito que significó la llegada del primer tren a balneario costino, aquél 5 de Enero de 1926, luego de demorarse 26 años el tramo entre Alcones y Pichilemu.
Las bajadas del artículo señalaban: “ÉXITO DE UNA CAMPAÑA NUESTRA”, y más abajo: “Entusiasmo que provoca entre los pueblos el establecimiento de este nuevo servicio. Proyecciones para el porvenir del comercio”.
Y antes de ir a las notas, decía: DE NUESTROS CORRESPONSALES DE SAN FERNANDO Y PICHILEMU.
San Fernando 5. Hoy a las cinco y quince minutos, corrió el primer tren entre San Fernando y este balneario. La solemnidad se efectuó con sencillez. Asistieron las autoridades locales de ambos puntos y de las localidades del trayecto, dirigentes ferroviarios y destacados vecinos. Hubo mucho entusiasmo.
El corresponsal hizo el viaje en el primer tren y tuvo oportunidad de escuchar conceptos muy elogiosos sobre la obra. Para “El Mercurio”, especialmente había palabras de gratitud en todas los labios por el progreso que significa esta iniciativa, a la cual contribuyó el diario en forma decidida. También se hacía (el texto está ilegible en dos o tres líneas finales de la crónica).
Pichilemu 5. El primer tren de pasajeros entre San fernando y Pichilemu partió del primero de estos puntos con la locomotora embanderada y en medio de gran entusiasmo de los numerosos pasajeros que iban a la costa.
En las estaciones del trayecto, especialmente en Alcones y Larraín Alcalde se agregaron nuevos adornos al tren. Al salir de Larraín y al llegar a Pichilemu, explotaron numerosos petardos, colocados en la línea como demostración de regocijo por los habitantes de estas localidades que se benefician enormemente con el nuevo servicio.
En la población de Pichilemu se ostentaban numerosos, edificios embanderados y un crecido número de personas aguardaba en la estación la llegada del tren.
La línea férrea se encuentra en magníficas condiciones, su construcción ha sido perfecta y cuidadosa.
Desde hoy mismo se hace notar la necesidad de agregar al tren número 37 un carro sobornalero y habilitar un tren de carga una vez por lo menos a la semana que incrementará el comercio del puerto.
El pueblo de Pichilemu se encuentra muy agradecido de El Mercurio por su campaña, que ha logrado la construcciónde este ferrocarril y el establecimiento de su servicio.

DON ANTONIO DE PETREL
Otro de los personajes que venía en el primer tren, era nuestro amigo ya nonagenario, Don Antonio de Petrel, quien recordó su hermosa experiencia para el periódico PICHILEMU, en la edición Nº 11, de 1986:
“Varios de los responsables de la proyección y ejecución viajaban hoy acompañados de las autoridades de diversos pueblos del trayecto, además de algunos turistas, con gran algarabía.
Yo fui invitado a viajar en este flamante convoy tirado por una poderosa locomotora negra, ataviada de banderas y otros adornos que se agregaban en cada una de las estaciones de paso. Su intensa fumarola era rota por los vientos que cruzan Las Vegas, a la entrada del puente de fierro de un pitazo ensordecedor sumado al ruido de petardos -inédito en estos parajes- quebró el silencioso pastar de animales costinos que huían despavoridos.
A la distancia exarcerbaba la fanfarria y el joljorio de la comunidad reunida a celebrar el acontecimiento, llenos de esperanza y fe en el progreso que significaría este medio de transporte.
Entre aquellas caras se encontraban muchos obreros carrilanos, que trabajaron en los túneles, terraplenes y puentes. En sus fachas de domingo distinguí a Juan Acevedo, Lucho Galaz, también a Ramón González y tantos otros.
Orgullosos, como se mira a un hijo predilecto veían su tren bufando en la estación en el Bajo del Retamo a orillas de la laguna de Petrel, impresionante ventana al Pacífico.
Desde ahora podrían trasladarse sin tantos sacrificios a múltiples ciudades para sus diligencias. En fin, el productor agrícola, el salinero podría llevar su mercancía a los mercados del país o embarcarlos. Bien de todos”.
Don Antonio de Petrel termina su recuerdo, señalando con no poca nostalgia: “Sesenta años después con su actividad deprimida por circunstancias que debieran ser estudiadas atentamente para superar la crisis y mantener vigente la alegría y la esperanza de la gente que hoy viene a saludar el primer tren de Petrel”.
Por otra parte, debemos destacar -tanto como lo anterior- el recuerdo que tiene de esta experiencia -ocurrida 82 años atrás- Doña Inés Córdova Lange, ciudadana que siendo una pequeña vivió aquella experiencia y que quedó por siempre “maravillada”. Tanto por lo que vivió en ese viaje desde la estación de Colchagua -donde su padre era Jefe de Estación, y aquel domingo 5 de Enero de 1926 planificó, como otros funcionarios del ferrocarril ser parte de ese hito histórico- sino porque años después conoció el amor y se quedó definitivamente en Pichilemu.
Estamos recordando a la actual viuda del hombre público, Manuel Córdova Morales -fallecido hace algunos años- y que fue agricultor, empresario hotelero, varias veces elegido regidor, etcétera.
Doña Inés nos contó hace ya varios años que ella fue avisada varios días antes de este viaje a Pichilemu y que “fueron eternos” hasta el día domingo 5 de Enero de aquel año. Más que saber de la importancia de viajar en el “primer Tren hasta la costa”, para ella su motivación principal de niña, era el mar, la playa, que no conocía hasta ese momento,
Aquella vez, cuando conversó hace ya varios años con nuestro periódico PICHILEMU, recordó entre otras cosas lo siguiente: “Mi papá se acordó que en unos días más se inauguraría el servicio de pasajeros hasta Pichilemu y que ellos viajarían por el día a Pichilemu. Así que mi mamá empezó a planificar el viaje. Y el día antes preparó el cocaví para el viaje y nuestra corta estada en la playa. Para mí fue inolvidable, pues disfruté mucho el viaje y me gustó la playa, el paisaje de Pichilemu, tanto que como usted ve, me quedé por estos lados” (sonriéndose al tiempo que mira de reojo a su esposo que escucha atento, sentado en una silla cercana e interviniendo de vez en cuando con acotaciones).

HISTORIA
Las obras ferroviarias del ramal de San Fernando a la costa habían empezado el año 1869, construyéndose el primer tramo desde esa ciudad hasta Palmilla (40 kilómetros) en tres años; posteriormente el año 1889 al 1893 desde ahí hasta Alcones (42 kilómetros). Y el último tramo, desde 1900 al 1926 entre Alcones a Pichilemu (37 kilómetros).
Dos o tres alcances: Aparte de las demoras lógicas -considerando el grado de dificultad, en cada tramo- hay que indicar que también, hubo varios años en que no se avanzó un solo metro. Ello, motivado por falta de recursos, no fue consultado en los presupuestos, etcétera, etcétera. Asimismo, hay que decir que el año 1916 el ferrocarril llegaba a la Estación El Lingue, a pocos metros de la salida sur poniente del Túnel El Árbol; y a la Estación El Puesto (Larraín Alcalde).

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