PICHILEMU EN CHILLÁN A TRAVÉS DE OBRA`PICTÓRICA DE OSCAR VEGA

Pintor Oscar Vega visto a través de los ojos de su esposa Ana María
WWW.LADISCUSION.CL – Jueves 3 Apr 2008.

Ana María Encina Lemarchand, una mujer que irradia energía y que tiene luz propia.

Vino a Chillán para estar presente en la inauguración de la exposición de acuarelas (magníficas) de su esposo, el connotado pintor e ilustrador nacional Oscar Vega Etcheverry, fallecido hace un año. “Oscar fue el tipo más entretenido que uno puede imaginar, inteligente. Echo de menos a ese amigo, pero tengo claro que la vida tiene que continuar”. Se queda pensativa y casi susurra: “no tuvo ambiciones materiales. Vino por el Ser no por el tener”.

Recuerda los viajes, especialmente cuando fueron a Inglaterra para que él recibiera el premio que le otorgó la Birmingham Watercolour Society (BWS), entidad que al celebrar 150 años de vida, reunió a los más eximios acuarelistas del mundo, entre ellos el chileno Oscar Vega. “Fueron momentos maravillosos, pintamos juntos, disfrutamos. Eso es lo importante, lo que queda, lo que se rescata cuando lo que uno ama ha partido”.

LE FALTÓ TIEMPO.

Ana María dice que su marido fue un creador extraordinario, un ilustrador fuera de serie y que su hijo Félix ha seguido los pasos de su padre.

“Oscar fue un gran pintor, un tremendo acuarelista, pero siento que le faltó tiempo. Comenzó a pintar dedicándose de lleno, los últimos diez años de su vida. Hizo maravillas, pero estoy segura que de haber vivido más años, nos habría asombrado aún más”.

La entrevista se vuelve coloquial, cálida. Ana María dice que muchos se resisten a creer en signos y señales, pero que ella los lee con facilidad.

-“Mi hijo Félix vivía en Barcelona, él es un gran artista. Nos comunicamos, requería a diario información sobre su padre, quería verlo antes de que partiera. Le dije Oscar va a morir el 16, alcanzarás a verlo. ¿Cómo lo supe, no sé, pero tuve esa certeza. Y así fue. Era un 16 de febrero, pleno verano. Oscar amaba la lluvia y ese día llovió a cántaros sobre Santiago”.

En Pichilemu vive la madre de Ana María y para el matrimonio este fue un lugar especial, distinto. El pintor se inspiraba en esa tierra con sabor a campo y mar.

La pintora es una mujer bastante completa, con su hijo Félix (son tres hijos) comparten el taller que fuera de Oscar Vega Etcheverry. En el medio artístico el Taller Piso 8 es vastamente conocido. Está ubicado en Merced 280, barrio del Parque Forestal. La vida sigue, como enfatiza Ana María y el mejor tributo para el desaparecido pintor, es que su familia trabaje en lo suyo y ame fuertemente la vida.

Félix se vino de Barcelona y comparte el taller con su madre; ambos dictan clases. Es interesante decir que la artista vendrá a Chillán para exponer esta vez su trabajo. Nos dice que le encantó Chillán, que sintió una fuerte empatía con la ciudad y con las personas.

Además de pintora, Ana María es programadora neurolinguística y desarrolla en esta área un intenso trabajo. Por cierto que los conocimientos y la práctica de ellos se funde con su quehacer de pintora y entre los talleres que dicta, está el de Pintura terapéutico, que debe ser apasionante y sanador. Como padre, recuerda, Oscar fue excelente, quiso mucho a sus hijos, compartía con ellos especialmente con Félix el mayor, ilustrador como él..


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