UN INCENDIO NOCTURNO QUE LEVANTÓ A MEDIO PICHILEMU

Realiza una donación a la Enciclopedia Colchagüina para poder preservarla

UN INCENDIO NOCTURNO QUE LEVANTÓ A MEDIO PICHILEMU

 

Alrededor de las 3.35 horas de la madrugada del Lunes 8 de abril de 1991 los habitantes del radio urbano pichilemino fueron despertados por el incesante sonido de la sirena de los Bomberos.

Aunque el ruido característico de la sirena suele despertar de vez en cuando a los pichileminos, muchos “no le hacemos caso” y tras las tres o cuatro tandas seguimos durmiendo. No obstante esa vez éstos eran más prolongados y no paraban. Eso significa que el incendio era de proporciones y se requiere mayor presencia de voluntarios.

Fue tanto que nos levantamos de la cama, primero, para ver a través de la ventana algo en el oscuro horizonte. Estaba a seis cuadras en paralelo a la Avenida Ortúzar, en el sector El Llano y al mirar hacia el lado norte ví el cielo anaranjado y relampagueante que situaba el origen del incendio –según nuestra apreciación- hacia el edificio municipal.

Me levanté rápidamente y corrí hacia el centro, encontrándome –para donde mirara- con otras personas que también corrían hacia el foco del siniestro. Afortunadamente ya cerca de tres cuadras de la avenida principal mis aprehensiones las deseché y respiré más tranquilo, pese a que nuestra carrera sin parar nos llevaba bastante cansado. Subí la últimas cuadras hacia Ortúzar apenas, pero ya con la tranquilidad de que el incendio no era ni en el edificio municipal ni tampoco en nuestra casa familiar, cercana, pero ahí en la Avenida Ortúzar ya nos encontramos con conocidos que indicaban que el incendio era en la Estación de Ferrocarriles,

Pasé a buscar mi cámara fotográfica a un local donde la tenía y bajé por la calle Arturo Prat (hoy Primer Centenario, desde diciembre del año 1991) hacia la Estación, la que ardía y las llamas mostraban la magnitud del siniestro.

 

 Vista de un año antes del incendio. Público espera ansioso la llegada del tren en el verano de 1990.

 

Bomberos, sus voluntarios, y muchas personas trataban de controlar el incendio pero la poca presión del agua –pese a estar a menos de cien metros de la empresa de agua potable- no lograban combatir con eficiencia. Más se logró por la acción de los corta fuegos que hicieron los voluntarios, que el trabajo del agua, lo que permitió que la situación se controlara y las llamas no terminaran con toda la construcción de cerca de 400 m2, toda de madera noble cuya data era del año 1925, un año antes que el ferrocarril de pasajeros llegara por primera vez el 5 de enero de 1926.

  

Tres vistas del devastador incendio que afectó a la Estación de Ferrocarriles de Pichilemu, a las 3,35 AM

 

Lunes 8 de abril de 1991: 10 AM. Han transcurrido varias horas, pero aún el humo sale de los escombros de la Bodega de Equipaje. Al fondo, restos de la Sala de Espera y Estación.

 

Pese a ello, ante la incertidumbre la familia del Jefe de Estación de entonces, Guillermo Moisán Díaz, fue evacuada, ante la probabilidad que las llamas arrasaran con todo. Afortunadamente no fue así. El fuego –que se presume fue un cortocircuito, según las primeras pericias- se inició en la Bodega de Equipaje, aunque otros indican que en las dos piezas contiguas las que eran usadas supuestamente por “pintores” de un partido político y que habían logrado conseguir ahí para alojar. Aunque esto último flotó por mucho tiempo como la verdadera causa (o quienes involuntariamente causaron el siniestro) siempre quedó en la nebulosa, sin una respuesta oficial.

Pero lo cierto que aquel edificio, pese a que era habitado por un funcionario de la empresa, estaba en estado calamitoso. Por donde se le mirara evidenciaba ruinas.

Cabe señalar que desde el domingo 9 de marzo de 1986 el ferrocarril no había vuelto a circular.

Es decir que toda la obra destructora y decadente del sistema ferroviario hasta el retorno de la democracia, siguió tal cual pese a los mentirosos políticos que repitieron hasta el hartazgo que el “trasporte ferroviario” volvería a funcionar.

La ciudadanía a nivel nacional ha visto todos los esfuerzos que las autoridades nacionales han hecho al respecto. Especialmente la labor de sus máximos ejecutivos –uno de los cuales enfrenta hoy a la justicia- que honrando la confianza de los mandamases y de sus respectivos partidos políticos, hacen y deshacen con los recursos estatales, producto de los impuestos que pagan –cual más, cual menos- todos los chilenos.

 

RESCATE

La Estación de Ferrocarriles de Pichilemu pese a no ser una gran obra arquitectónica, ni de gran estilo, es importante. Tiene un valor histórico, pues el ferrocarril –aunque con secuelas de otro tipo- puso a disposición de la comunidad costina un medio eficaz, permanente, de comunicación con otras ciudades y pueblos de la región y la capital. Ello permitió un cambio y calidad de vida, pues ese medio de transporte seguro, económico, daba la posibilidad de un mejor destino.

  

Una vista parcial de la Estación remodelada. Tras su inauguración –el 6 de diciembre de 1996- los invitados a quedarse a los “conchitos” en una foto histórica.

 

Es por ello, que como un símbolo de lo que representaba, la Cámara de Turismo de Pichilemu aprovechó para postular su recuperación el año 1993, tan solo dos años después del siniestro que la había afectado. Postuló y ganó recursos que permitieron dejarla en funciones.

La idea primigenia era “recuperarla” totalmente, pero lo que se quemó no fue posible, puesto que diez millones de pesos de aporte-acordados por el Concejo Municipal, ese año 1993- no se entregaron argumentando que el Fondart no había dado los 12 millones de pesos. En estricta verdad se postuló al máximo que se podía, pero finalmente el aporte asignado fue 6 millones 650 mil pesos.

Por otra parte, pese a que EFE, a la hora de firmar el Contrato de Arrendamiento –por cinco años, a cambio de la inversión- exigió la confección del proyecto arquitectónico del proyecto –que significó restarle casi un millón de pesos a los recursos- se pudo restaurar lo que quedó de la Estación. Previo a expirar el plazo del mencionado contrato de arrendamiento, la institución le manifestó a EFE su interés de seguir con otro contrato –a más largo plazo- con el compromiso de reconstruir todo “lo que desapareció con el incendio”. Algo así como un 40% de la construcción.

EFE no respondió, sino INVÍA –la empresa parásita a cargo de usufructuar de los activos, ya vendiendo o arrendando- a la que no le interesaba la proposición, sino que se le pagara una cantidad de “uefes” mensuales.

No obstante a esta actitud, la institución gremial quedó igualmente satisfecha de haber contribuido al rescate de un edificio que, mediante gestión de la misma, fue declarado monumento nacional en el año 1994; dándole un plus más al edificio y enriqueciendo el patrimonio cultural de la comuna.          

 


Total
0
Shares
Publicaciones relacionadas
Realiza una donación a la Enciclopedia Colchagüina para poder preservarla
error: Content is protected !!