FERROCARRILES: A LA GLORIA CON PRESIDENTE BALMACEDA, A LA MUERTE CON LOS DESTRUCTORES DEL PATRIMONIO

FERROCARRILES: A LA GLORIA CON PRESIDENTE BALMACEDA, A LA MUERTE CON LOS DESTRUCTORES DEL PATRIMONIO FERROVIARIO

«Así como las aguas fecundan la campiña árida y seca y la vuelven risueña y la cubren de mieses, así la locomotora y los carros de acero abren en el valle y en la montaña el surco donde germina el trabajo, se acrecientan los productos, se derrama el capital y se agita la población que vive con el sudor de su frente …».
El texto precedente es parte del discurso de un visionario Presidente de Chile, al referirse al ferrocarril, sistema de transporte que permitiría al país progresar más rápidamente, transportar carga y personas, abaratando fletes, acortando distancias, mejorando las comunicaciones, etcétera.
Esas palabras las expresó José Manuel Balmaceda Fernández, el 6 de enero de 1889 al inaugurar obras ferroviarias en lo que es nuestra región..
Hoy, en un radical cambio de políticas este medio de transporte, en el cual el Estado invirtió millones y millones de recursos, desde 1973 a 1990 -en el gobierno militar, y de esta última fecha a 2008- vemos los chilenos el sistemático aniquilamiento de ferrocarriles, con una serie de cambios, planes trienales y quinquenales que no llevan a ningún destino, salvo algunas excepciones que constituyen «islitas», en un océano de desaciertos, la empresa estatal ferrocarrilera se sumerge en la (in) acción y en la ineficiencia de sus ejecutivos. Incluso, actualmente, algunos de ellos formalizados por la justicia por irregularidades que están siendo investigadas.
Quizás, algunos se preguntarán a razón de qué el tema y aquella frase del ex Presidente Balmaceda, ¿verdad?
Ese recuerdo no viene de casualidad, sino porque hoy «pichilemunews» recibió -de parte de su autor- un ejemplar del libro «Cultura Ferroviaria de San Fernando y sus Ramales», obra financiada por el Fondart 2007 que recientemente se lanzó oficialmente el día 17 de abril recién pasado, acto que tuvo lugar en la ciudad capital de la provincia de Colchagua.
Su autor, es el profesor e investigador sanfernandino que ya ha escrito cinco libros: El primero de ellos «Monumentos Nacionales de Colchagua» (1981), como co autor junto a Pedro Marchant, Mario Peruzzi, Raúl Leal y Fernando González; sigue «José Gregorio Argomedo» (1992); «Energía y Motores en nuestra tierra huasa de Colchagua» (1996), y «Arte Rupestre Precolombino en el Tinguiririca», escrito este en coautoría con el arqueólogo Hans Niemeyer Fernández.

Las famosas Palomitas, en la Estación de San Fernando.

Foto: Marcos Chamudes – Archivo Fotográfico Nacional
El ejemplar finamente impreso en papel couché, nos trae 150 páginas de material histórico de los ferrocarriles con hermosas fotografías, pero más que estadísticas, trae relatos de varias personas -actores de primera línea (y también de «oídas»), como ex ferroviarios- sobre diversos aspectos sociales ligados estrechamente al ferrocarril, desde una perspectiva no abordada aún en otras publicaciones, lo que da un relieve humano tremendo que nos permite apreciar aún más esa portentosa obra comenzada a mitad del siglo XIX y, que lamentablemente, ha venido siendo borrada, hecha desaparecer, vendida, saqueada y robada.
La lectura de esta obra -sin duda, como a nosotros- les hará recordar, añorar tiempos idos maravillosos, pero si tiene cada uno sangre –y no horchata- ésta lo llevará a indignarse tanto con aquellos funcionarios investidos del poder omnipotente -Federic y Darrigrandi, como los verdugos de Ferrocarriles en el gobierno militar- como a unos cuantos de los gobiernos de la Concertación que han seguido haciendo «mierda» a una empresa estatal.
Y cómo no, podrá recordar y concluir cómo pueden existir «car é palos» que -como candidatos al Parlamento- prometieron «el oro y el moro» para hacer llegar el ferrocarril nuevamente a Pichilemu, y que posteriormente olvidaron toda promesa en ese sentido. Es más, se hicieron cómplices al ignorar las denuncias responsables que el propio autor del libro encabezó -junto a diversas instituciones de la región, ex ferroviarios, y algunos medios de comunicación- dando cuenta de cada barbaridad que se iba cometiendo en nuestra región.
Es más, recordará cómo una alta autoridad gubernamental puede ofrecer, anunciar que «la próxima etapa del Tren del Vino será llegar a Pichilemu», y pasado poco más de un año, firma el decreto que le permite a EFE a licitar las líneas férreas desde Peralillo a Pichilemu, y sepultar el ofrecimiento. ¡Háganse ese numerito … ¡
También podrá adivinar qué quiso decir otro Presidente con eso de «estando en la miel, todo se pega».
Sin embargo, no solo de eso se escribe, sino de historias verídicas: de actos heroicos -de hombre y mujeres- de tragedias de personas y accidentes ferroviarios. También de la historia de cada Estación que fue surgiendo en los ramales Las Cabras-El Carmen (desde la Estación Pelequén), iniciado en el año 1889, pero que -como muchos fue «sepultado», y en el Ramal San Fernando a Pichilemu. Conocerá cómo fueron surgiendo construcciones -caserios, en el entorno de estaciones y que, con el correr del tiempo se transformaron en pujantes pueblos, de la nada, algunos, a florecientes ciudades gracias al ferrocarril. El mismo sistema que, desde la década del ‘70 sigue de mal en peor.
Ah, y cómo no: Muchas anécdotas, personajes populares, etcétera.
Asimismo, podrá conocer todos los detalles de la acción de quiénes han rescatado material ferroviario histórico -invirtiendo tiempo, recursos- y cómo después otros usufructúan de ellos, ignorándolos (nadie sabe para quién trabaja).
Una obra que usted, debe buscar, leer y recomendar.
Y, cuando llegue la ocasión, reaccionar en contra de todos aquellos vendedores del patrimonio ferroviario que nos legaron visionarios en el pasado. Mucho del cual solo es posible hablar y escribir de él y no apreciarlo, ni disfrutarlo.

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