PICHILEMU Y SU FAMA, SEGÚN REVISTA ERCILLA

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PICHILEMU Y SU FAMA

FUENTE: REVISTA ERCILLA

N° 3.347 del 2 al 15 de junio del 2008

Hasta hoy Pichilemu solo hacía
noticia porque era el paraíso del surf, gracias a las gigantescas olas de su
mar.

Pero ahora está en los titulares por otra “gracia”: su municipio desea que
el ministerio de Justicia construya un anexo al edificio consistorial, para que
sus jefes edilicios y funcionarios cumplan allí su encarcelamiento.

Y se justifica: en el último año han sido suspendidos de sus cargos y
procesados cuatro alcaldes, y otros tantos jefes de servicio. Los fiscales y
jueces, como también sus abogados, deben trasladarse a la Cárcel, la que se encuentra
en otra ciudad.

Aparte de los hechos delictuales, hay algo que satisface a los vecinos.

–¿Se dan cuenta? Un alcalde va preso, el que le sucede va a acompañarlo muy
luego, y después el siguiente corre igual suerte, y en seguida, también su
reemplazante. ¡Esa sí que es solidaridad! Le ganamos lejos a Iquique y Coquimbo
–expresa un orgulloso pichilemunino, que además es funcionario (hasta la semana
pasada aún no sometido ni a sumario).

Otro hecho que los enaltece es que no hay intromisión política en los
hechos.

–La prueba es que los procesados son de distinto color político –expresa un
vecino–. En un comienzo los que iban a la Cárcel eran demócratacristianos, pero eso
‘felizmente’ se corrigió, y sirvió para demostrar que no se les perseguía por
móviles políticos, sino porque habían metido las manos.

Y citan el caso de Marcelo Cabrera.

–El –dicen– presidía el Movimiento Vitalicio Augusto Pinochet. Cada vez que
se descubría la yaya de un edil, él podía decir “¡Y así se atreven a ‘pelar’ a
mi general! Así son los políticos”.

El Consejo Municipal decidió, entonces, designar alcalde subrogante a
Cabrera. Así debía restaurarse la probidad en la alcaldía.

–Miel sobre hojuelas parecía ser el municipio con su llegada –acota mi
informante–. Aun los que no fueron pinochetistas celebraban que la alcaldía
cayese en manos de un hombre probo.

–¿Por qué habla en pretérito? ¡No me digan que también Cabrera!

El vecino, con voz contrita, responde:

–Sí, al mes el pinochetista era procesado por adulterar las boletas de
viáticos, y otras gracias. Rojas, el suspendido alcalde DC por las mismas
yayitas, puso al día a su sucesor. ¡No hay salud!

Los vecinos dicen que no saben qué hacer. Algunos proponen importar un edil
de otra comuna. Además le encuentran razón a Paulina Nin de Cardona, que fue
candidata a edil en Pichilemu, y que al ser derrotada, dijo “¡Después supe de
lo que me libré! La alcaldía no se gana en votos, sino que mostrando las
chequeras!”

–Imagino –le digo– que los funcionarios del municipio estarán libres de
pecado.

Con voz desolada, mi informante, me expresa:

–También hay comprometidos. Vargas, el ex alcalde DC, procesado porque
ofrecía ‘a precio de ganga’ los parquímetros, le encargó a una funcionaria que
vendiera los bonos Fonasa. Como la carne es débil asimismo en las mujeres,
Viviana se tentó y al mes se guardó dos millones de pesos.

El pichilemunino termina diciendo:

–¡De lo que se salvó la pobre Paulina!

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