Una larga caminata a pié
CITY TOUR POR LAS
CALLES Y PASEOS DEL BALNEARIO DE PICHILEMU
Hemos
recorrido infinidad de veces las calles del radio urbano, tantas veces como los
rincones de nuestra comuna de Pichilemu; pero tras casi un año de ausencia,
instintivamente luego de pasar a gestionar un servicio, iniciamos un recorrido
que transformamos finalmente en un City Tour por lugares que, vale la pena
recorrer y admirar.
Hay lugares
que siguen igual, pero otros tantos denotan un cambio radical, otros un detalle
sutil, pero que no obstante nuestra memoria y ojo captan de inmediato.
Muchos de
estos cambios son producto de la secuela post terremoto, que si bien son
menores comparados a otros balnearios y ciudades que sufrieron el rigor de las
fuerzas de la naturaleza, acá también provocaron algunos daños, y por ende,
cambios en la fisonomía.
Partimos en
la última cuadra de Avenida Ortúzar, y al mirar hacia el oriente vemos no solo
con mayor nitidez la laguna El Bajel –con cisnes y otras aves acuáticas- sino
también las nuevas viviendas de madera que miran al frente hacia el Poniente.
Siguiendo por
calle La Concepción, vemos construcciones tradicionales remodeladas;
asegurándoles más años de vida. Por si no lo saben, éstas fueron casas
patronales del Fundo Pichilemu y que se han mantenido con leves modificaciones
por más de 150 años.
Y muy cerca
de allí llegamos al no menos conocido lugar de encuentro de los vecinos del
Barrio El Bajo. Estamos hablando de la Culata, en la intersección de las calles
La Concepción, Camilo Henríquez y San Antonio.
Espacio de
miles de tertulias, de historias, de
tambores de aceite sacados en cientos de mañanas de pleno sol, de decenas y
decenas de asados de perro, de fondos de chicharrones, de fogatas, de tallas,
cuentos, de pitos y gramos de madrugada.
Hoy, quizás,
el pavimento inhibe tertulias o es simplemente el quehacer veraniego que ocupa
los días de los habitúes en forma más productiva.
Al frente,
definitivamente, el local de Pompas Fúnebres y la antigua vivienda de adobe que
lo contenía desapareció. Y nuestro camino sigue hacia la Ermita de Sor Teresa
de Los Andes. Mudas bancas esperan humanidades cansadas, en tanto la imagen de
la Santa las oraciones ausentes.
El lugar,
rodeado de plantas y erguidas flores, invitan al esquivo transeúnte, pero la
hora solo da y permite signos de apurada inflexión.
Más allá, nuestros
pasos nos acercan a rostros asoleados al tiempo que nuestra vista reconoce a
los “carteleros” que ofrecen sus viviendas o las de otros y se abalanzan sobre
los ocupantes de los vehículos que andan en busca de arriendo.
Nos detenemos
un momento y saludamos. A las dos damas y el varón presente en ese instante los
reconocemos y, ellos, a su vez nos reconocen. El varón es un taxista que hoy
también es dueño de cabañas, en tanto una de las damas nos dice que con su
actividad ayuda a financiar los estudios de cuatro de sus hijos en la
universidad: todo un logro y orgullo. Mientras que la segunda, de más edad, es
una rancaguina con casa en Pichilemu y que también arrienda cabañas. De buena memoria
nos recuerda que ella es la madre del fotógrafo de época, denominado “El Baúl
de la abuela” y que en un momento ayudamos a su instalación en su incursión en
el balneario.
De ahí
enfilamos a la ex Estación de FF. CC., edificio que en el año 1993 postulamos
su recuperación al Fondart –con éxito- al tiempo que solicitamos la
declaratoria de Monumento Nacional cuando éramos dirigentes de la Cámara de
Turismo de Pichilemu. Calidad que se obtuvo para resguardarla de los “hunos” y
parásitos de EFE.
Una prueba de
ello es el edificio de EFE que está inmediatamente a continuación de la ex
Estación y que luce hoy totalmente ruinoso. Y, ojo, este estado no solo es
atribuible a los efectos y secuelas del terremoto del 27/F pasado, sino de la
histórica despreocupación de la empresa ferroviaria con sus inmuebles y
patrimonio que pertenecen a todos los chilenos.
Ese edificio
fue desde el año 1926, cuando el 5 de Enero llegó por primera vez un tren de
pasajeros, el Hogar del personal que pernoctaba en una Estación “punta de
rieles” como era Pichilemu.
Posteriormente
a la suspensión definitiva del servicio de pasajeros, el Hogar fue “tomado” a
su cargo por el Servicio de Bienestar de la empresa, Pero, como ya dijimos,
solo se dedicaron a sacarle el provecho con sus funcionarios. Nunca a
mantenerlo en condiciones dignas y con el paso de los años, del tiempo sin
manutención, su estado fue deteriorándose progresivamente. Y hoy, en
consecuencia, su estado es fruto de esa “des-preocupación”.
Sabemos que
desde hace un año el municipio –o mejor dicho la Oficina de Turismo- pretende
convencer a instancias superiores de solicitarlo, de arrendarlo, etcétera, para
llevar adelante ahí un proyecto, quizás para trasladar allí las Oficinas de ese
Departamento. No lo sabemos a ciencia cierta. Sin embargo, sabiendo al ritmo de
cómo se trabaja en el municipio es posible que ocurran muchas cosas antes,
Sabemos de
otros proyectos en el ámbito de esa oficina que se han quedado ahí, solo en
intenciones que duran años, sin hacer nada efectivo por concretar, hasta que
surgen nuevas inquietudes como las señaladas.
Antes de
seguir con nuestro recorrido, vemos ya terminado el Mural –con motivos marinos-
realizado en la fachada norte de la ex Estación por el artista local José
Ignacio Vargas Celis.
En ese
momento, cuando admiramos la obra pictórica, dos lolas que caminan raudas hacia
donde estamos, cuando se nos cruza una idea y reflexionamos: “tan jovencitas y
ya las dejó el Tren”. Ellas sin adivinar que pensamientos cruzan por nuestra
cabeza, pasan tirando sus maletas cabeza gacha, indiferentes ….
Tras ello,
continuamos y llegamos al Puente Peatonal al final del andén. Desde ahí nos
detenemos para contemplar el tramo de la Avenida Costanera que bordea la Laguna
Petrel y que desde el año 1972 espera seguir bordeando la laguna y paralela a
lo que hoy es solo el “rastro del tendido férreo” empalmar con la Ruta del Vino
en el sector de Puente Negro. ¿Cuántos años pasarán para que otra autoridad
comunal termine ese proyecto que está planificado en el Plano Regulador?
La Plaza Prat
luce un tanto deslucida y sin el movimiento de otros años. Sus prados lucen
verdes y coloridas flores; pero algo indica la ausencia del brillo y el
murmullo de niños y muchedumbre.
Quizás los
trabajos allí anunciados sean la causa de esa impresión; pero el caso es que no
se han hecho y tampoco se ven indicios de comenzar; aunque hay que reconocer
que tampoco es el momento más oportuno para emprenderlos. Estos deben iniciarse,
lo ideal, inmediatamente después de Fiestas Patrias o terminado Febrero: En un
balneario se estila y es de buen tino mostrar cosas hechas y no “haciéndose”,
incomodando cuando justamente se trata de modernizarse y dar comodidades y no
incomodidades a nuestras visitas. Hay que tener presente, también, que las platas
no siempre están disponibles con los tiempos, oportunamente.
Es en los
alrededores de esta área verde, dónde vemos que llegan, pasan y salen coches
con entusiastas pasajeros, especialmente los niños. De ahí enfilan por la
Avenida Costanera y en el paisaje –con un coche paseando en primer plano- se
nos cruza en fracción de segundos el rostro sonriente y feliz, de satisfacción,
de quien fuera el “constructor” de ese paseo público que se atrevió contra
todos los agoreros de la década del ’70, a realizarla y cumplir con el sueño de
años, no obstante tuviera que cruzar las dunas que, en esos años llegaban hasta
la actual calle Arturo Prat.
Así se hizo
la Avenida Costanera hasta el sector de la Terraza, se fue consolidando y
modernizándose con el tiempo, y a la vez, ganándole terreno al mar. Prueba de
ello son las construcciones entre la avenida y la calle señalada.
Los
detractores de ese tiempo le dijeron de todo: iluso, loco, entre otros
epítetos.
¡Cómo debe
sonreír ese iluso, ese loco, de felicidad al ver disfrutar de ese paseo
público!
Más allá
vemos asomarse sobre las dunas el armatoste –la Torre del Canopy- que por estos
días está detenido y en medio de una demanda, no solo porque está sobre las
dunas que -a decir de muchos que saben- salvaron al sector de daños muchos
mayores a no ser de su existencia. También está el tema de la contaminación
visual y si vamos más al dedillo, es muy probable que el espacio que ocupa (que
no solo son los m2 que ocupan las Torres) no esté pagando los derechos
correspondientes, comparado lo que pagan por m2 quienes tienen kioscos.
Aparte de
otros detalles que –si sigue la demanda tomando auge- puede llegar a descubrir
no solo los incumplimientos de los puntos de las bases. Si hay tantas personas
cesantes –según sus dueños- en este minuto a causa de su paralización da para
preguntarse, como se argumenta, cómo y en qué calidad trabajan.
Desde nuestro
punto de vista, ese espacio no es el más adecuado. Hay otras alternativas.
Cerca, vemos
cómo los kioscos –muchos de los cuales fueron arrasados y destruidos por la
acción del mar, producto del maremoto- nacen con un nuevo estilo, más cercano a
la arquitectura de la obra que realizara don Agustín Ross, impulsor del
balneario.
Se ven
algunos terminados, otros a medio hacer, pero definitivamente más atractivos
que los anteriores, que dicho sea de paso, igual tenían un estilo parecido;
pero con techos que no tenían la uniformidad requerida.
Llegamos a la
Terraza y la vemos totalmente reconstruida. Incluso, construida de manera tal
que soporte en mejor forma movimientos de la naturaleza. No obstante, las
balaustradas caídas de las escalinatas no fueron recuperadas. Lo mismo acontece
con las balaustradas del Parque.
Tal como ya
lo hemos informado, a continuación de la Caleta de Pescadores –que muestra un
singular movimiento, donde probamos un exquisito ceviche pre cocido- se
construyeron barandas de maderas y dos sólidas escalas de acceso a la playa dándole
un mayor atractivo al sector.
La única
evidencia de los estragos del maremoto en el lugar, es el contenedor metálico
que está destruido sobre un muro de la infraestructura portuaria. Por suerte,
la hermosa sirena de ese sector quedó incólume y sin daños aparentes Otro –según nos informa Enrique “Choriblico”
Vargas- se lo llevó el mar y debe estar enterrado en algún lugar desconocido.
Acercándonos
a La Puntilla, vemos cortada la Palmera que hasta hace poco lucía enhiesta
desafiando los vientos; pero al parecer se secó y la cortaron. Esperamos que
esa u otra buena razón sea el motivo de por qué fue cortada.
En el
terraplén del lugar vemos otro contenedor, el que pareciera estar habilitado
como Camarines. Sin embargo, no se observaban signos de movimiento.
A pocos
metros de allí están instalados los postes metálicos que sostiene la iluminación para el
sector entre La Puntilla y el Barco Mirador y Playa La Caletilla. Alrededor de
ocho postes y correspondientes focos permiten iluminar las dunas y playas del
sector, cuidando que sirva de paseo, pero no así para que la juventud la use de
mala forma.
Nuestra pasada
por algunos puntos, también nos permitió ver cómo terrenos que son Bienes
Nacionales de Uso Público son usados por privados –con anuencia municipal y
también de la Justicia- con un destino irremediable, conociendo la feble
actitud municipal para resguardar el patrimonio que está bajo su
administración.
Así también,
con otros sitios que aparecen de la noche a la mañana en sectores aledaños al
Barco Mirador, uno de los cuales “franqueó” el libre tránsito de la Avenida
Costanera y, como no lo supieron defender, la solución fácil fue by pasearlo.
¿Qué se hará cuando sigan apareciendo más sitios?
Tal pareciera
que los asesores jurídicos y letrados no saben que un Plano Regulador es un
Instrumento de Planificación que estando publicado en el Diario Oficial tiene
fuerza de ley y por tanto el Bien Raíz que se adquiera, se compre, se permute,
se herede, se remate (incluso por orden judicial) es “ad corpus” (en el estado
que se encuentra).
Por tanto,
malamente un contribuyente que remata un Bien Raíz puede alegar que se le
restituya su terreno adquirido (bajo las formas antes dichas, como ejemplo,
porque una calle o una Avenida como se trata en este caso, pasa sobre su recién
adquirida propiedad.
No decimos
que no tenga derecho a defenderlo; pero debe prevalecer lo que dice la ley. Y
en el caso del sitio en cuestión, no cabía otra cosa que resignarse a tener un
sitio cercenado o solicitar una indemnización.
Otro detalle,
que no escapó a nuestros ojos, es la basura botado por los vecinos en bolsas
plásticas fáciles para que un perro u otros la destruyan y dejen esparcido el
contenido.
Para ello, se
hace necesaria una campaña de educación –como de difusión del calendario de los
días y los horarios de pasada del camión recolector, a fin que las bolsas sean
sacadas en ese momento y no en otro para evitar focos infecciosos y de olores
nauseabundos. Otra solución, es habilitar en puntos acordados con los vecinos
la instalación de contenedores plásticos –con tapa- para recibir allí la basura
siempre y cuando exista capacidad hasta el día y hora de la pasada del camión
recolector.
Desde el
inicio poniente de la Avenida Agustín Ross seguimos caminando hasta el Parque.
Pero entre esta área verde y la primera escala de acceso a la Terraza, ya no
están los tres o cuatro kioscos de madera autorizados hace algunos años.
Hoy son
toldos de material ligero que no son acordes y que no contribuyen bajo ningún
aspecto a ser armónicos con el lugar. Amén que en la escalinata que comunica
Avenida Agustín Ross con Avenida Costanera está ocupada por comercio informal.
Otra de las
secuelas de las réplicas del terremoto del 27/F son los daños a las
balaustradas de la principal área verde y paseo público del balneario: el
Parque Municipal Agustín Ross, Monumento Nacional desde 1988 junto con el edificio
del ex Casino, restaurado, remodelado y convertido en el Centro Cultural
“Ross”.
Más de un 80%
de las balaustradas del Parque quedó en el suelo. También las que habían sido
instaladas en los balcones de los dos torreones del edificio que alberga el centro
cultural.
Si bien el
Parque tuvo reparaciones de la pileta y de su iluminación, no hubo por ahora,
recursos para reponer y reconstruir las balaustradas del Parque.
Dos días antes
de este largo tour, pasábamos en un colectivo por esa área y el chofer no
expresó una interesante observación en torno al Parque.
En resumen,
nos hizo ver y coincidir en que, efectivamente, el Parque se luce más sin las
balaustradas. El único problema podría ser los animales, caballares, que
algunos vecinos tienen la costumbre de soltarlos en la noche y que pueden,
eventualmente, dañar los prados, plantas y flores.
Sin embargo, si
hay guardias, cuidador o nochero, ello no debiera ocurrir.
Redondeando
la idea, si se acordara dejarlo en definitiva sin balaustrada por la Avenida
Agustín Ross, igual es necesario reparar el zócalo. Y obviamente dejar los
pórticos y puertas, ya que la idea no significa dejarlo sin esas protecciones.
Y si habría
que considerar el mejoramiento del pavimento de todos los senderos y espacios
libres de prados y jardines.
¿Qué
significa mejorar el pavimento?
Esto implica
cambiarle el pavimento de tierra por alguna de las siguientes alternativas:
maicillo –nivelado y compactado- baldosas y/o adocretos. Y si es la segunda
alternativa, quizás, ver la posibilidad de crear mosaicos ad hoc.
Con una
superficie mejorada y sobretodo, nivelada, el Parque ganaría una plusvalía y
una comodidad que le daría un mayor atractivo aún.
La idea está
lanzada y –si se piensa en el futuro seguir con eventos- considerar en esta obra
la instalación de sistemas de desagües de aguas servidas (de Lavacopas,
etcétera, por una parte) y de tomas de energía eléctrica para stand. Y,
necesariamente, más y mejores Servicios Higiénicos; los que se pueden diseñar y
ubicar –aprovechando el desnivel en el lado norte- bajo tierra; siendo su loza
superior (el techo de los baños) miradores a nivel de la superficie del
recinto.
Obviamente
que todo esto implica la confección de un proyecto con planos de arquitectura,
cubicaciones y presupuesto, aparte de los fundamentos que avalan la solicitud
de recursos. ¿Es un proyecto descabellado?
Tras visitar
el Parque observamos que si bien los daños al ex edificio del Casino no son
mayores, no dejan de ser detalles para olvidar. Están por ahí frisaduras de los
muros en varios sectores y la caída de la balaustrada de los balcones, entre
otros detalles.
Cabe recordar
que a los arquitectos de la empresa que realizó el proyecto arquitectónico les
informamos que los balcones no tenían balaustradas, sino barandas de madera con
“balaustres” torneados. Incluso les hicimos llegar fotografías que mostraban
ese tipo de material, sin que ellos lo consideraran.
¡Ahí está el
resultado!
Seguidamente pasamos a recorrer las distintas
salas que exhibían muestras y cuyas impresiones ya dimos a conocer en días
pasados.
De ahí, algo
nos hizo recordar que el ceviche de un par de horas antes no era suficiente.
Por lo tanto fuimos a un local cercano para degustar un exquisito chupe de
mariscos. Casi cuando ya nos retirábamos, un dúo de guitarristas amenizó los
momentos finales, mientras veíamos desfilar un numeroso personal femenino
atendiendo una y otra mesa.
Con los
acordes resonando en nuestra memoria, de temas del folclor nacional,
latinoamericano, continuamos hacia Infiernillo.
Ya no a pié,
sino en un colectivo hasta el Aeródromo Municipal. Igual el recorrido nos
permitió admirar los cuidados jardines en las veredas frente a algunos vecinos.
Aunque el riego de las áreas verdes corresponde al municipio, hay vecinos que
merecen nuestras felicitaciones por preocuparse también de regar, cuidar y
proteger, lo que habla muy bien del “buen vivir” y ser parte de la comunidad.
Todo lo
concerniente al aeródromo ya lo dimos a conocer en artículo reciente …
Sin embargo,
continuamos caminando de ahí hacia el umbral sur del Aeródromo, para constatar
que la preocupación por el cuidado del medio ambiente sigue en el sector de
Playa Hermosa que se inicia desde ahí hacia el sur.
A un paso de
nuestra amiga dirigente, Lia Lazo Bravo –hoy flamante presidente de la Junta de
Vecinos- pasamos a saludarla. Y, sorpresa, la encontramos –para variar-
preocupada de plantas, flores y frutas para preparar mermeladas. Su tradicional
hospitalidad nos hace quedarnos y disfrutar de una charla que –entre ella, su
madre y “pichilemunews”- se prolonga hasta el atardecer, el que se apaga entre
los árboles del lugar y en lontananza el sol se sumerge en el amplio océano que
nos regocija e inquieta de vez en cuando.
¿Eso es todo?
¡Definitivamente no es todo!
Hay mucho más
qué ver y mostrar; pero será para un segundo tour, y una vez que tengamos
engrasadas las bisagras y estemos en mejor condición física.
Las fotografías
–que son muchas- y que tomamos en este recorrido se publicarán, pero hay que
tener paciencia y revisar cuando el artículo esté en Portada.