DÍA DEL PATRIMONIO NACIONAL, EL TREN DEL CAJÓN DEL MAIPO Y EL “TREN DEL VINO”

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DÍA DEL PATRIMONIO NACIONAL, EL TREN DEL CAJÓN DEL MAIPO Y EL “TREN DEL VINO”

 

El domingo se conmemoró una vez más –en todo el país- el Día del Patrimonio Nacional, con una serie de actividades que permitieron a adultos, jóvenes y niños, recorrer cientos de espacios patrimoniales, edificios que son monumentos nacionales, históricos, zonas típicas, etcétera, como una manera de conocer más lo que –como ciudadanos- nos pertenece a todos.

Los diferentes medios de comunicación brindaron espacio difundiendo el movimiento de personas que giraron en torno a cada uno de ellos; muchos de ellos destacando y agradeciendo la iniciativa que permite, en algunos casos, acceder al ciudadano común a inmuebles que en el uso diario están vedados por el uso que está restringido solo a actividades gubernamentales y/o oficial.

Una de esas notas periodísticas que tuvimos la ocasión de ver, fue la realizada al Tren del Cajón del Maipo, el que después de muchos años volvió a funcionar.

Pudimos ver cómo antiguos habitantes de localidades a la vera del tendido férreo, estaban felices de ser partícipes de ese instante de remembranza de algo que llegó a ser una actividad rutinaria, de servicio de transporte habitual de un lugar a otro que les permitía acceder a centros urbanos más desarrollados; pero que al suspenderse, era una evidente nostalgia en el inconciente colectivo.

Quienes nunca viajamos por ese ferrocarril –que nacía originalmente desde la Estación Baquedano (donde nace el Parque Bustamante)- recordamos inmediatamente los viajes que sí hicimos de Pichilemu a Santiago, a Talca, a Temuco y viceversa. Decenas de historias –algunas contadas, sucedidas arriba y abajo del tren, mientras lo esperábamos- para emprender viaje, sobre todo en nuestra época de estudiante de humanidades y ya en la universidad.

Pero también, en medios de flash back, racontos y más el presente, recordamos cuando un 5 de Enero de 1926 llegó el primer tren de pasajeros a Pichilemu. Un día domingo en que desde la Estación de San Fernando partió en demanda de la costa un tren excursionista, con autoridades y funcionarios de la empresa ferrocarrilera. También, del día domingo 9 de Marzo de 1986, también un Tren Excursionista que fue el último que corrió, de San Fernando a Pichilemu y viceversa. Luego, el abandono, el robo, el saqueo a Estaciones, y uno que otro negociado tanto en el gobierno militar como en la concertacionista.

A nivel nacional está fresco el recuerdo de la “modernización” que hizo el gobierno de Ricardo Lagos comprando “chatarra ferrocarrilera española” que a poco de debutar con “bombos y platillos” colapsó y está –por ahí- guardada.

Cómo no, el recuerdo en la inauguración del proyecto Tren del Vino, donde el Presidente Lagos señaló en la Estación de Peralillo que esa etapa correspondía a la primera. Y, la segunda, sería llegar a Pichilemu con este Tren del Vino. Lo que a poco más de un año de esa inauguración se transformó en una MENTIRA más de esa administración.

En efecto, en diciembre de 2005, el Presidente Lagos firmó el Decreto Supremo que le permitió a EFE “hacer el mejor negocio de toda su historia”: vender –entre otros- los 70 kilómetros de líneas férreas desde Peralillo a Pichilemu, sin siquiera respetar tres  Monumentos Nacionales en su trayecto: el Túnel “El Árbol”, “El Caballo de Agua” y la Estación de Ferrocarriles de Pichilemu.

También esta fresco el recuerdo de la inoperancia del Consejo de Monumentos Nacionales, de sus altos funcionarios remunerados y otros de menor monta, que advertidos por “pichilemunews” ante este atentado, se hicieron (…), o se les hizo cuidando sus cargos. Actitud similar ante otras denuncias de hechos que han vulnerado y contravenido normas de la Ley de Monumentos Nacionales, aún -a años de haber ocurrido- sin respuesta. Y así y todo siguen estas mismas lumbreras incólumes en sus cargos. 

TREN DEL VINO

El Tren del Vino merece una mención aparte, pues hoy suspendido –según informaciones por los daños causados por el terremoto a la línea férrea, aunque ya reparados- se está a la espera de conseguir nuevos socios y recursos para seguir funcionando. Incluso, se ha dicho, con más de una frecuencia semanal. ¡En buena hora!

Si bien se ha dicho y repetido que los beneficios de este proyecto han sido para el empresario que ha liderado este proyecto, Carlos Cardoen, no es menos cierto que pese a ese eventual provecho, muchos otros han ganado. Y sobretodo el turismo no solo para Santa Cruz que hoy cuenta con varios hoteles y restaurantes de primer nivel, sino otros lugares. Más aún, cada viña del Valle de Colchagua se ha transformado en un punto de atracción y de interés especial.

Por otra parte, hay que señalar que estos logros han sido pese a que la Corporación del Tren del Vino ha tenido a integrantes que han desertado –por decirlo de alguna manera- y no obstante así, ha funcionado. ¿Bien, regular o mal?

En este análisis para obtener una respuesta, son responsables tanto los que están aún siendo parte de esta Corporación, como los que no están. ¿Estando afuera, cómo pueden votar, elegir, tomar decisiones para mejorar?

¿Ha ganado la zona, sus habitantes? Eso es indudable, pese a que es perfectamente lícito a que más de alguien difiera.

Otra cosa es la permanente controversia con la Locomotora 607 –Monumento Nacional- que es parte importante en el desarrollo del proyecto Tren del Vino.

Estuvimos el año 1987 cuando se mostró su recuperación estética en la Estación de San Fernando, luego de un arduo trabajo del profesor Víctor León junto a sus alumnos de la Escuela Industrial. Años después supimos de su participación en el proyecto, de su trabajo, todo lo cual se destacó a través de los medios de comunicación. También el de otros colaboradores. Más tarde, aunque costó, se hizo cumplir con la instalación de una placa en un costado de la propia Locomotora.

¿Qué más hace falta? Se dice que un reconocimiento a todo el equipo que participó en la restauración de la locomotora y que la puso en funcionamiento. Según nuestro entender eso también se ha hecho.

Está claro: solo faltaría un reconocimiento traducido en dinero. Un gran problema, pues así como se le ha pagado a gerentes, administradores, personal técnico para hacer funcionar la locomotora, a personal administrativo para dirigir, para controlar y atender a los pasajeros, entre otros, también debiera haberse remunerado el trabajo que hicieron quienes esperan, aún, ese reconocimiento. ¿O no? Pero, creo, todo ello debiera haber quedado estipulado desde el principio, ya que transcurrido varios años, de fijarse una cifra, hoy, será -cual sea el monto- considerada insuficiente.

¿O la solución sería que la locomotora la desarmaran y cada uno se quedara con un pedacito?

Unas últimas preguntas: ¿Quién o quiénes serían capaces de hacer funcionar un proyecto de estas características entre San Fernando y Peralillo –sin lucro de por medio- sino estrictamente con un valor de pasaje para pagar el funcionamiento de un  proyecto ya turístico y/o social?

Si existen agrupaciones –como la ACCPF- que tienen entre sus integrantes a toda clase de profesionales, y material ferroviario a su cargo y/o propiedad, ¿por qué no impulsar un proyecto alternativo con los municipios de cada comuna en el trayecto a usar?

 

 


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