RESCATE DE LOS 33: EL CAMBIO DE VIDA DE LOS OTROS PROTAGONISTAS

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Rescate de Los 33: El CAMBIO DE VIDA de los otros protagonistas

Fuente: La Segunda online

Mientras todo Chile seguía minuto a minuto cómo sobrevivían los 33 mineros atrapados a más de 600 metros de profundidad en una mina en pleno Desierto de Atacama, decenas de personas realizaban labores anónimas para contribuir a un milagro: rescatarlos con vida. Seis de ellos -a casi un año del derrumbe, el 5 de agosto de 2010- cuentan a «La Segunda» las enseñanzas que les dejaron los 69 días de incertidumbre y cómo esa experiencia, literalmente, les cambió la vida.

MARIA SEGOVIA (“la alcaldesa”) vela por su hija con leucemia

María Segovia ha tenido una vida dura. “Desde siempre”, dice ella, sin quejarse.

Cuando el 5 de agosto pasado se supo del derrumbe en la mina San José, de inmediato se trasladó hasta Copiapó, prometiendo que no abandonaría el lugar hasta que viera salir a su hermano Darío.

Así lo hizo, y su fuerte carácter le ganó el apodo de “alcaldesa” del Campamento Esperanza, porque cada vez que los trabajos de rescate se paralizaban, tomaba la batuta entre los familiares de los “33” para pedir explicaciones.

Pero cuando la odisea terminó, no hubo ningún final feliz para ella. Tras ser rescatado, su hermano ni siquiera le dio un abrazo.

Y este año, su hija de 37 años, María Ibarne, enfermó de una grave leucemia que la tiene internada desde el primero de mayo en el Hospital del Salvador. “Ella vive cerca de Vallenar, junto a su esposo y dos hijas. Al principio no la atendieron, hasta que se llenó de unos moretones en todo el cuerpo y empezó a sangrar por nariz y encías. Ahí la trasladaron a Santiago de urgencia”, relata.

Turnos de 10 por 10

Con el marido de su hija se organizaron para cuidarla y también a las hijas del matrimonio en Vallenar. “Estamos haciendo un turno de 10 por 10. No las dejamos un momento solas. Ahora María está bien, aunque en un momento estuvo súper mal. Está aferrada a la vida con un diente. Apenas le suban las defensas le van a dar unos días de alta del hospital y luego debe volver a hacerse quimioterapia”, relata.

La solución definitiva sería un trasplante de médula. “Sus tres hermanos ya se hicieron un examen de compatibilidad para ver cuál puede ser donante”, asevera María.

Reconoce que “ha sido muy duro. De primera me quebraba, pero después me decía que yo tenía que ser fuerte, como mi hija”.

“Ahora sé para qué estoy en la vida: para ayudar a la gente”

Ha recibido algunas visitas ilustres en el hospital:

-Vinieron el ministro de Salud y el ministro Golborne el día de la madre. Me siento muy orgullosa de tenerlos como mis amigos, porque quedamos amigos. El ministro Golborne me llama y me pregunta cómo está la niña, incluso iba a venir a dar sangre.

Por cuidar a su hija dejó su casa, trabajo y pareja en Antofagasta:

-Donde me necesiten yo parto. Si es por mi familia, y con mayor razón por mi hija, me la juego. Siempre me había preguntado por qué Dios me tiene acá en la Tierra, porque he pasado cosas muy críticas, he tenido muchos problemas y a veces he renegado. Pero ahora sé para qué estoy aquí: para ayudar a la gente.

-Se dijo que tuvo hubo roces con su hermano por las platas que regalaron a los mineros y que nunca se vieron después del rescate…

“No”, responde, y luego -por primera y única vez durante la entrevista- se quiebra y lágrimas caen de sus ojos.

Luego agrega: “A mi hermano lo quiero mucho, los quiero mucho a todos, porque somos 14 hermanos. Hubo algunos problemillas, pero lo que hice fue de corazón, no esperando reconocimiento ni nada. Me dio un poco de pena lo que pasó, porque si hubiera sido al revés, lo primero que yo hubiera hecho es abrazarlo. Lo que más me duele es que él dudó de mi honestidad y él sabe cómo soy. He sido una mujer de batalla toda la vida, nací trabajando y me moriré trabajando. Jamás a nadie le he pedido un peso para vivir”.

-¿Han hablado?

-Los primeros días que llegó mi hija al hospital, sí. Pero no en persona. Debe tomarse un tiempo para recapacitar y algún día tendremos que conversar como hermanos.

-¿Que le quedó luego de la experiencia en el campamento Esperanza?

-Aprendí a ser más humilde, a creer más en la gente. Y luego tengo todo el respaldo en Antofagasta, allá me respetan mucho, trabajo tranquila, me saludan. Lo que sí gané es el apodo de “alcaldesa” y el gobierno hizo que me dieran mi permiso para vender empanadas en la feria de las pulgas de Antofagasta, pero nada más.

-¿Ha sido este un mal año para María Segovia?

-El balance es de lucha día a día, pero ni tan malo, porque estamos sacando a mi hija adelante. Y ella lo va a lograr. Lo que quiero es decir a fin de año que fue sacrificado, llorado, sufrido, pero acá estamos todos con mi niña. El ministro dijo que es la minera número 34, así es que vamos a sacarla igual que a los 33. Tengo fe.

EX COMISARIO de Copiapó: “Tomé más protagonismo que algunos jefes”

Fue uno de los primeros en llegar hasta la mina San José apenas se conoció el accidente, y de ahí no se movió más… llegando a ser casi un familiar más de “Los 33”.

Junto con encabezar los dispositivos policiales, al mayor Rodrigo Berger -jefe de la Comisaría de Copiapó- a diario se le veía pasar por las carpas instaladas por los familiares y compartir los mates nocturnos al lado de las fogatas.

Y su vínculo con las familias se refleja en una emotiva situación: Al cumplirse una semana del derrumbe, más de 500 personas llegaron a la mina a celebrar una misa. En medio de la ceremonia y tras ver al pequeño hijo de uno de los mineros llorar por su padre atrapado, no aguantó y explotó en llanto, refugiándose tras un camión, donde otro minero lo consoló.

A diario apuntalaba a las familias y jugaba con los hijos de los mineros. Al filo del rescate, el mayor sufrió un accidente en la ruta cuando viajaba desde Copiapó. El chofer de la patrulla perdió el control del vehículo y el oficial terminó con un brazo fracturado, lo que no le impidió estar presente el día en que salieron los mineros.

Pero desde hace poco más de un mes, Berger (42) ya no es carabinero. Luego de 24 años de servicio en la institución y dos y medio como comisario de Copiapó, se acogió a retiro y pasó a ser un habitante más de la nortina ciudad.

“Me desaparecieron las ojeras”

Su primera explicación es sumamente “oficial”: “Después de ver que ya se venía mi ascenso y nuevo traslado, opté por privilegiar lo personal, ya que todo este tiempo tuve a mi familia como gitanos, siguiéndome a Puerto Montt, Punta Arenas, Osorno, Valdivia, Curanilahue… Mi hija está en 3° Medio, mi señora trabaja, les encanta Copiapó. Entonces, opté por reinsertarme en la vida civil y laboral ahora que puedo. Como soy conocido en la zona, tengo muchas posibilidades, tengo que sacarle un poco de provecho personal a eso”.

-Es decir, el episodio de los mineros provocó un cambio total en su vida…

-Sí, yo me vi con mucho reconocimiento de toda la comunidad. Institucionalmente cumplí con mi deber no más. Lamentablemente, sin quererlo, de repente tomé más protagonismo que algunos jefes que andaban acá y eso, a la larga, afectó un poco. Me cansé.

-¿Qué pasó con su jefatura?

-A ver… Hubo situaciones que perfectamente lo podría haber solucionado un teniente, llamaban al mayor para todas las cosas… Pero, específicamente me fui porque estaba cansado después de 24 años. Si yo me hubiera quedado tranquilo en mi escritorio, solamente firmando papeles, llegaba a coronel sin problema. Pero no lo hice.

-¿En qué área busca trabajo?

-En la región hay muchas mineras grandes y se viene fuerte esa actividad y otras asociadas. Estoy en este momento asistiendo a algunas entrevistas de trabajo, incluso en Santiago. He hecho algunas consultorías y charlas sobre lo que me significó el tema de los mineros.

-¿Cómo ha visto lo que les ha pasado a los mineros?

-Entre los 33, diría que los más antiguos han sacado harto provecho en lo personal a la experiencia, se dejaron asesorar bien, están dando charlas, recorriendo universidades. En cambio, otro grupo más pequeño, pasaron el boom que les tocó vivir y se ven en forma regular en el centro, dando vueltas no más. Jugó el factor edad, porque los jóvenes vivieron el momento y ahora están ahí, algunos sin trabajo aún, pasando el día.

-¿Cómo se siente fuera de la policía?

-Pensé que iba a ser muy fuerte el retiro, pero no ha sido nada. Eso de que no me llamen en toda la noche, cuando a veces eran tres o cuatro veces, disfrutar un fin de semana entero, tomar once con mi familia completa… impagable. De hecho, el otro día estuve en la comisaría y hasta me dijeron que me desaparecieron las ojeras.

EL INVENTOR del sistema telefónico que contactó a los 33: “El aparato está en el living de mi casa”

Jamás imaginó que un rústico sistema telefónico -fabricado por él mismo- con un cable de 900 metros de largo lo llevaría a obtener un rol protagónico en el rescate de los mineros, pero así fue.

Pedro Gallo es el técnico electrónico que hizo el primer contacto telefónico con los 33 trabajadores de la mina San José el 23 de agosto de 2010.

El episodio le valió -además de la satisfacción personal- que su pequeña empresa de comunicaciones (Bellcom) creciera fuertemente y aunque le han ofrecido muchos trabajos, él se declara fiel a Copiapó.

“No me he ido de aquí por arraigo con mi tierra. Además, en lo laboral las cosas han mejorado y mucha gente ya me conoce”, cuenta Gallo , quien hoy se encarga de instalar servicios telefónicos al interior de las faenas. Según el técnico, antes del rescate su cartera de clientes no superaba los 30… hoy supera la centena. De hecho, actualmente trabaja para la firma japonesa Nitepsu.

“Profeta en mi tierra”

“La gente aquí me conoce por mi empresa, que trabajo de forma independiente y que soy austero. Algunos hasta me dicen «gallófono», cuenta con gran sentido del humor.

-¿Qué cosas ha estado haciendo en su vida tras el rescate?

-Es muy lindo que como profesional electrónico haya sido reconocido en vida, pudiendo ser profeta en mi tierra, porque no me tuve que ir a ningún lado para darme a conocer.

-¿Dónde conserva el afamado aparato?

-El teléfono se encuentra en el living de mi casa y no lo quiero entregar como pieza de museo hasta que en Copiapó se haga algo bonito para que pueda ser observado.

-¿Lo ha tenido ahí durante todo este tiempo?

-Antes de que comenzara el conflicto de los estudiantes, le dije al Presidente Piñera que recorrería con el teléfono todos los colegios de mi región. Así lo he hecho: he ido a 30 de básica y media, además de asilos de ancianos. Ha sido maravilloso. Me encantaría contactarme con algún colegio en la Antártica, para llevarle un trocito de historia, pero como estamos en invierno no es fácil llegar hasta allá.

JORGE DIAZ conoció al ministro de Salud en la mina: Hoy es su subsecretario

La epopeya del rescate de los mineros cambió drásticamente la vida de quien era director regional de la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS), doctor Jorge Díaz.

Ese 22 de agosto -día en que apareció pegada a la sonda el famoso papel “Estamos bien en el refugio los 33”- recibió un llamado en que se le pedía encabezar el equipo médico que velaría por la salud de los mineros durante el encierro y el rescate. Allí comenzó a gestarse su relación con el ministro de Salud, la cual con el correr de los días y la llegada de Jaime Mañalich al campamento Esperanza se estrechó.

“Allí conocí la capacidad del ministro de manejar situaciones complejas, una mirada estratégica… Establecimos una relación de confianza en el manejo médico de los trabajadores que fue muy fluida. Y en febrero pasado (cuatro meses después del rescate) se acordó de mí cuando renunció la subsecretaria Liliana Jadue”, cuenta, tras confesar que la experiencia del rescate ha sido una de las más “marcadoras” de su vida.

“El cambio de trabajo no fue sencillo”

Reconoce que aceptar el cargo no fue fácil… llevaba 15 años en la ACHS de Copiapó: “El cambio de trabajo no fue sencillo, porque el estilo de vida en regiones es muy diferente al de Santiago. Allá tenía la posibilidad de ir a almorzar a mi casa todos los días, disponía de más tiempo para compartir con mi familia, iba a dejar a mi hijo al colegio… Ahora todo eso lo tiene que hacer la mamá”.

Y la carga de trabajo también se hace sentir: “Me ha tocado estar en la erupción del Caulle, el virus sincicial respiratorio, el hanta… Hay que tomar decisiones rápido y desarrollar un trabajo de mucho esfuerzo personal para educar a la población”.

Pese a lo extenuante, dice Díaz, “ser subsecretario de Salud es sumamente estimulante y desafiante. Hay tremendas gratificaciones, como cuando resultan campañas como la de la vacuna antigripal”.

-¿Qué enseñanza le dejó el rescate?

-Que es fundamental estructurar equipos de trabajo flexibles, capaces de adaptarse a situaciones nuevas. Así, cuando las cosas se quieren hacer bien, y uno lo hace con todo su corazón, realmente se logra avanzar.

JEFF HART, el gringo a cargo de la sonda exitosa: “Todavía trabajamos con la T-130”

Hasta el propio Presidente Obama lo felicitó, recibiéndolo en la Casa Blanca, por su papel en el rescate de los 33 mineros.

Jeff Hart estaba en Afganistán excavando pozos de agua para el ejército de Estados Unidos, cuando desde Chile lo llamaron para colaborar en el rescate: Dirigió la T-130, la sonda que llegó primero hasta el refugio donde estaban atrapados los trabajadores.

Hoy sigue siendo director de operaciones de la empresa especialista en perforaciones, Laynechristensen. Según Hart, la sonda sigue vigente: “Todavía trabajamos con la T-130 y ya hemos realizado varios trabajos no sólo en Estados Unidos, sino también en todo el mundo”.

Asegura que después del rescate se ha tenido que acostumbrar a hablar con la prensa. “Ahora último varios medios me han estado llamando por el aniversario del rescate”, comenta.

Hart sostiene que su misión en el rescate de los 33 ha sido una de las labores más importantes de su vida: “Pudimos ayudar a que estas personas encontraran el camino para que pudieran reunirse con sus familias y eso, sin duda, significó mucho para mí, porque soy un hombre de familia y me encanta estar en mi casa disfrutando de mis seres queridos”, expresa.

Y al igual como lo señaló hace meses -desatando polémica por sus declaraciones-, enfatiza que gracias a ellos se acortaron los tiempos de rescate, pues “sin la T-130 la operación habría tomado varias semanas más” y agrega: “Muchas personas merecen crédito por esto, mi experiencia ayudó, pero todos los que estuvimos ahí merecemos reconocimiento por ello”.

El ASESOR DE LAS FAMILIAS: “Pusieron una gigantografía mía en la universidad…”

De coordinador de la carrera de Ingeniería en Minas de la Universidad del Mar (sede Copiapó) pasó a ser director de esa carrera, además de la de Ingeniería en Prevención de Riesgos y Medio Ambiente en igual plantel.

Miguel Fortt -ingeniero en minas de 65 años- fue uno de los más activos participantes en las labores de rescate, convirténdose en el asesor de las familias de los mineros en la tarea.

Su presencia fue pedida por los familiares de los atrapados, porque sabían que llevaba 13 rescates en el cuerpo cuando ocurrió el derrumbe y que había asesorado a empresas mineras en Australia, Nueva Guinea, Sudáfrica, Colombia, Perú y Argentina.

Y aunque tras todo el proceso André Sougarret, jefe de la titánica tarea, aclaró en su Twitter que Fortt “no fue parte del equipo de rescate, sólo aportó algunas ideas”, éste retruca: “Todas las ideas que aporté se llevaron a cabo”.

-A lo que me estoy dedicando ahora es a formar profesionales que tomen una mayor actitud de prevención, que es lo que más cuesta, sobre todo en las generaciones más jóvenes.

En noviembre pasado participó en otro rescate, cuando dos personas quedaron atrapadas en la mina Los Reyes, pero finalmente no fue posible salvarlas.

Asesora a mineras y escribe columnas para el diario

No es todo. “También me dedico a perfeccionar estudios acerca de la minería, el agua y la energía. Escribo columnas para el diario Atacama y asesorías mineras a empresas nacionales y transnacionales”.

-¿Qué aprendizaje le dejó la experiencia del rescate de los 33 mineros?

-Que por mucha experiencia que tuviésemos en minería, no estábamos haciendo bien las cosas. Hay un grado de irresponsabilidad conjunta. En los últimos 60 años los políticos no le dieron los presupuestos que requería al Sernageomin para hacer minería segura.

-¿Alguna anécdota?

-Aquí en la universidad pusieron una gigantografía mía, una cuestión bien grande.

-¿Ha vuelto a ver a los mineros?

-Siempre me encuentro con ellos, en el supermercado, en el centro de Copiapó. Con Mario Gómez dimos una charla en El Salvador. A algunos los he visto preocupados y sin trabajo, porque hay gente que cree que traen mala suerte o que están llenos de dinero. Varios están en una situación complicada, muchos siguen con problemas de finiquito, de salud. Hay algunos que aún tienen momentos de pánico en su intimidad. Y con mi señora, en la medida que podemos hacer algo por ellos, los ayudamos.


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