Felipe Bulnes: «Tengo expectativas más altas sobre las posibilidades de diálogo»
Fuente: La Tercera online
El ministro de Educación afirma que algunos dirigentes estudiantiles, como Camila Vallejo y Giorgio Jackson, están por alcanzar un acuerdo con el gobierno. También dice que ha intentado combinar «flexibilidad y autoridad» durante el conflicto y advierte que no habrá «perdonazos» para repitentes.
Tradicionalmente, los días de marcha estudiantil son jornadas tensas y frenéticas en la oficina del ministro de Educación. Con Felipe Bulnes la situación parece distinta. Con calma y paciencia, el titular de esa cartera hace el balance de la manifestación en la que los estudiantes volvieron con fuerza a las calles. «Nunca pensé que el movimiento estudiantil estuviera debilitado ni que hubiera perdido convocatoria. En todo caso, la cantidad de gente que sale a marchar no es un dato relevante; el gobierno tiene muy claro que este movimiento cuenta con una gran adhesión. La gran interrogante tiene que ver con la capacidad de liderazgo de los dirigentes para llegar a acuerdos y mantenerlos», explica Bulnes.
El movimiento estudiantil demostró que sigue teniendo alta convocatoria. Pero dirigentes como Camila Vallejo y Giorgio Jackson están dando señales favorables al diálogo tras la marcha del jueves. ¿Hay un clima más favorable a iniciar una negociación?
Reconozco que las declaraciones que he oído desde el miércoles son más explícitas sobre volver a clases. Son una muy buena señal y por eso tengo expectativas más altas sobre las posibilidades de destrabar el diálogo.
¿A qué atribuye que tras demostración de fuerza en la marcha haya más disponibilidad para el diálogo?
Los estudiantes tienen dos dilemas. El primero es ser capaces de capitalizar sus planteamientos, lograr una reforma estructural. El segundo es compatibilizar con los costos asociados al movimiento, algo que también está empezando a colocarse sobre la mesa, y los lleva a una actitud más cerebral.
¿No teme que los dirigentes más duros se impongan por sobre los moderados?
No. Yo veo que la mayoría de los estudiantes está por volver a clases y porque sus esfuerzos se traduzcan en reformas de fondo, aunque eso no signifique terminar con las movilizaciones.
¿Giorgio Jackson y Camila Vallejo están sobrepasados?
Lo que pasa en todos los movimientos de estas características es que si llegado el momento de los consensos los dirigentes tendrán la fuerza necesaria para imponer su visión. Esto no es fácil. Para los más intransigentes el simple hecho de sentarse a conversar significa traicionar los principios. Así, mientras Jackson y Vallejo están por alcanzar acuerdos, otros dirigentes han mostrado una posición diametralmente distinta. Por ejemplo, luego del encuentro con Piñera, algunos reconocieron que no importaba lo que dijera el gobierno, ya que tenían tomada la decisión de rechazar cualquier propuesta. El único objetivo de estos grupos es crear una crisis institucional. Es clave que los liderazgos constructivos sean los que prevalezcan.
¿Se logrará un acuerdo incluso si los estudiantes pierden el año?
Sin duda que es un resultado indeseado, pero no tengo cómo revertirlo. Sería un grave error de los dirigentes dejar que los estudiantes pierdan el año. Es un sacrificio que no le agrega nada a sus demandas. No puedo obligar a nadie a pasar de curso, aunque tengo la esperanza de que la mayoría de los estudiantes secundarios se inscribirán en «Salvemos el año». Lamentablemente, algunos quieren repetir porque sienten que eso es parte de su causa. En el caso de los universitarios, el plazo para terminar el semestre es el 7 de octubre y espero que la mayoría de las universidades alcancen esa fecha.
Si se pierde el año escolar el gobierno también tendrá que pagar un alto costo: se perderán becas, habrá problemas en las universidades y déficit en las municipalidades, entre otras consecuencias.
No he hecho las matemáticas de quién pierde más y quién menos, pero sería un fracaso para los líderes estudiantiles. Si eso sucede, cada uno deberá asumir las responsabilidades y culpas, pero lo que el gobierno no hará será decir «vamos a acceder a lo que ustedes nos piden con tal de que bajen el movimiento». Si hacemos eso, dejaríamos de gobernar.
¿Ha tenido contactos informales con los estudiantes?
Si existieran serían reservados, por eso no puedo ni confirmarlos ni desmentirlos. Sólo puedo decir que estoy muy pendiente de tender lazos con los dirigentes estudiantiles o con personas que estén vinculados a ellos.
Pese a que estas semanas han sido muy duras, estoy satisfecho, porque finalmente estamos hablando de la calidad de la educación y los estudiantes han dejado temas que no tenían nada que ver sus reivindicaciones como la nacionalización de los recursos naturales, el royalty, y la formación de una asamblea constituyente. Eso es un avance.
En el propio oficialismo se critica que esta estrategia flexible del gobierno ha mostrado a La Moneda cambiando constantemente de postura y débil frente a los estudiantes.
Mientras el conflicto esté vigente, se puede pensar que todas nuestras estrategias son erróneas, por eso lo importante es el resultado. Yo no tengo la ansiedad de terminar este conflicto de un día para otro, ni menos hacerme famoso. Por eso, he tratado de combinar flexibilidad con la muestras de autoridad, estableciendo claramente y con firmeza los límites y los costos de cada acción. Esto es muy relevante, porque en un momento se pensaba que las movilizaciones implicarían consecuencias únicamente para el gobierno y la realidad está mostrando que los estudiantes también las sufrirán.
Si se han fijado tan «clara y firmemente» estos límites y consecuencias, ¿por qué ampliaron el plazo de inscripción en «Salvemos el año»?
Una vez que los estudiantes entendieron que estaba en serio riesgo el año, empezó la presión de muchos jóvenes y de sus padres para que se encontrara una salida. Eso nos llevó a ampliar el plazo. Sin embargo, quiero ser muy enfático en señalar que no habrá un «perdonazo» que les permita a todos pasar de curso. Algo parecido está sucediendo con los universitarios y el plazo del 7 de octubre. El gobierno no tendrá debilidad ni temor en señalar y aplicar estos plazos. Si los estudiantes han actuado con madurez al plantear sus demandas, creo que también tienen que enfrentar en forma madura las consecuencias de sus actos.
El ministro Andrés Chadwick relativizó el hecho de que el 7 de octubre sea el último plazo del fin de semestre.
En la carta que les envié a los estudiantes dije claramente que ésa era la fecha, sin perjuicio de que se podría alargar a una o dos semanas, dependiendo del cronograma de cada universidad.
Si se llega al 7 de octubre sin acuerdo, los estudiantes ya no tendrán motivación para terminar con las movilizaciones. ¿Cuál sería entonces el incentivo para sentarse a conversar?
Me gustaría que en los próximos días se lograra compatibilizar el derecho a movilizarse, el ánimo a dialogar y la normalización de las clases. Ojalá que la discusión que venga sea sobre cómo recuperamos clases, aunque la movilización siga activa.
¿No es una señal de debilidad negociar mientras siga la movilización?
Sería un acto de voluntarismo pretender que los movimientos no se manifiesten ni hagan valer sus inquietudes en las calles. En la medida que sea algo pacífico, no lo veo incompatible.
El ministro Chadwick también se mostró flexible ante la demanda de los estudiantes de retirar los proyectos de ley enviados al Congreso y dijo que se les podía retirar la urgencia.
Yo les he explicado a los estudiantes que los tiempos de tramitación de estos proyectos dan espacio suficiente para que participen en la discusión y puedan incluir sus puntos de vista.
¿El gobierno se podría abrir a retirar estos proyectos para destrabar el diálogo?
De ninguna manera. Hay que gobernar para todos los chilenos: ¿por qué vamos a dejar cautivos a 110 mil deudores morosos de créditos universitarios por el estancamiento de un diálogo que no los afecta? Salvo que los dirigentes me dijeran que no quieren que se saque a estos deudores del Dicom.
Si Chadwick dice que están dispuestos a retirar las urgencias y usted afirma lo contrario, existe una evidente contradicción.
Yo hablé con él de este asunto y sus palabras no alteran de lo que hemos dicho siempre, independientemente de los énfasis que pudieran existir.
Algunos critican que el gobierno no ha sabido hacer la ecuación entre la flexibilidad y las señales de autoridad.
Mi tarea es justamente construir ese balance. Yo pretendo persistir en el diálogo y establecer lo que se puede hacer y lo que no. La tarea de los estudiantes es ser audaces y la mía el poner el realismo.
¿Se pierde autoridad al ceder y cambiar de posición?
Cuando se dan señales de flexibilidad, uno sabe que se sacrifica el concepto de autoridad, por eso es que hay que moverse con cuidado en esas dos posturas. Yo convivo habitualmente con eso.
Quiero aclarar que el gobierno no ha cambiado su posición. Distinto es que en un proceso que lleva cuatro meses los énfasis y temas se vayan adecuando. No podemos ser tan obtusos de creer que todos los problemas se solucionan de la misma manera. Nosotros hemos sido muy versátiles y hemos buscado alternativas que destraben el conflicto y generen espacios de diálogo.
Pero no ha habido una postura única sobre cómo enfrentar el conflicto.
Decir eso es una estigmatización factualmente correcta, pero bastante injusta. El dar un nuevo plazo para inscribirse en el programa «Salvemos el año» no significa que estemos comprometiendo ningún principio esencial. Nosotros hemos respondido a las demandas estudiantiles, las que también han ido cambiando y aumentando. No hay que olvidar que las protestas estudiantiles partieron con una demanda muy acotada por la tarjeta nacional escolar.
Si más adelante consideramos que hay que incluir algún tema nuevo porque se imponen razones de peso y criterios razonables, tendremos que hacerlo.
Cuando asumió en Educación se planteó que su buena relación con parlamentarios le ayudaría en sus negociaciones en el Congreso. ¿Ha sido así?
El solo hecho de mantener una cercanía con algunos parlamentarios no necesariamente permite aglutinar posiciones. Eso todavía es un tema pendiente.
Lo que sucede es que la educación es hoy un área que le interesa a muchos parlamentarios, por lo que se produce una gran dispersión y cada uno cree tener la solución del conflicto. Por eso es que ha sido muy complicado avanzar.
¿Fue un error llevar el tema al Congreso entonces?
No, porque finalmente el Parlamento tiene la fuerza para encauzar el debate y unir posiciones en torno a determinados proyectos. Hay que tener en claro que el conflicto estudiantil no lo arreglaremos en la Alameda o en el Parque Almagro.
¿Cree que la Concertación ayudará o entorpecerá la búsqueda de una salida al conflicto?
Espero que actúe con responsabilidad. Lamentablemente, hay varios parlamentarios que han dado muestras de oportunismo e irresponsabilidad. Esos parlamentarios han subordinado su rol legislador a lo que opina el movimiento estudiantil. Lo que corresponde a los parlamentarios es encauzar los movimientos sociales y no ser sus voceros. Pero hay otros que han demostrado tener una visión de Estado. Espero que ésa sea la postura que prime.
¿Siente que en la oposición falta un interlocutor con poder de aglutinar a todos los parlamentarios?
Efectivamente. Sin embargo, yo soy voluntarista y así como creo que el conflicto terminará bien, confío que en la Concertación primará la responsabilidad y que la necesidad de lograr un acuerdo sea el espíritu predominante. Espero que la oposición actúe como un frente unido, lo que hoy no se produce y nos genera muchas dificultades. Yo hace mucho tiempo dije que las divisiones en la Concertación, lejos de producirme alegría, me preocupaban. Y hoy es tal el nivel de fraccionamiento en la Concertación, que es muy difícil entenderse y llegar a acuerdo con ella.
¿Es partidario de aumentar la carga tributaria para financiar la reforma a la Educación?
El Presidente ha dicho que la reforma tributaria no es un tema tabú, por lo que no me sumaré al debate sobre si corresponde o no hacerla. Pensando en Educación, no veo la necesidad inmediata de una reforma tributaria, ya que se le aportó cuatro mil millones de dólares adicionales a este ministerio para financiar los gastos en los próximos seis años. Lo que pasará después de ese período, tendrá que decidirlo el ministro de Hacienda o el Presidente de la época, pero con el aporte que hemos recibido, yo estoy tranquilo frente al debate tributario.