AERÓDROMO PICHILEMINO UNA ATRACCIÓN DE CADA FIN DE SEMANA: DECENAS DE AVIONES LO VISITAN; DÁNDOLE MÁS VIDA A RESTAURANTES Y HOSTERÍAS
Un movimiento que ya se ha hecho habitual, es el que –cada fin de semana- se produce en el Aeródromo pichilemino, donde de promedio están llegando unas doce aeronaves provenientes de diferentes puntos del país.
Así nos lo informa Radio “Entre Olas” FM al constatar a estas horas, mediodía –en un día radiante- la presencia de doce aeronaves, cuyos tripulantes y pasajeros, bajan a conocer el balneario y buscar las mejores picadas donde degustar la variada gastronomía que ofrecen los restaurantes y hosterías tanto de Pichilemu, Punta de Lobos y Cáhuil.
La pista con sello asfáltico –inaugurada el pasado 10 de septiembre pasado- sigue siendo el incentivo de conocer sus nuevas comodidades e infraestructura; no obstante a que las condiciones de viento siguen siendo las mismas: vientos cruzados que en más de alguna ocasión han hecho pasar susto a pilotos y pasajeros. Y también, provocado, en el pasado, un aterrizaje fuera de la pista, como el avión –con matrícula particular, de Santiago- que fotografiamos en los años ’80, alertados por nuestro amigo Manuel Aliaga (hijo), vecino al Aeródromo.
Incidente que no tuvo consecuencias fatales, sino más que nada, susto de su piloto y acompañante, y averías en el tren de aterrizaje de la aeronave, de ala baja.
Varios años antes, el 21 de Mayo de 1975, fue un avión bimotor proveniente de la Isla de Juan Fernández (sí, como lo lee) aterrizó en la noche y en medio de un temporal de “Padre y Señor mío” como era en esos años: con viento y aguaceros interminables, salvando ilesos sus dos tripulantes, los que venían con un cargamento de langostas.
Ese fue casi un verdadero milagro, ya que llegaron de noche con muy malas condiciones de tiempo. De hecho ese temporal los hizo desviar de su ruta y, providencialmente, vieron las luces de Pichilemu y estuvieron casi una hora sobrevolando y dando vueltas, hasta que vieron cómo se alineaban al costado de la pista del aeródromo luces de algunos vehículos; los que permitieron guiar al piloto y aterrizar.
El avión, en la pista de tierra y maicillo –en ese momento un lodazal- terminó casi al final del cabezal sur poniente de la aeródromo, enterrando su nariz en el barro y con su tren dañado. Felizmente, no ocurrió nada más, porque al avión ya no le quedaba prácticamente nada de combustible y los pilotos –confesaron más tarde, ya repuestos del susto- que estaban a punto de tirarse a la playa, por cuanto pese a tener identificado a Pichilemu, que tenía pista, no la veían.
En esos años, el recordado comerciante, bombero y ex piloto civil, Lautaro Arce Vásquez -mientras sonaba la sirena de Bomberos- alertó a otros vecinos de que el avión que sobrevolaba estaba en problemas y rápidamente acudieron al aeródromo a enfilar sus vehículos para ayudar al aterrizaje del avión. Y se logró, felizmente.
“pichilemunews”, como decenas de otros pichileminos, llegamos a pié –todos mojados y embarrados- a la orilla del Aeródromo para ser testigos de ese hecho que relatamos, con algunos de los detalles.