Nació en mayo de 1929 en la comuna de Marchigüe, trasladándose a Pichilemu a los seis años. Cursó estudios en Santiago, y realizó su servicio militar, capacitándose como salvavidas, su inicio en el mar.
Se casó en 1952, y fue el primer salvavidas de Colchagua, buzo mariscador, marino en un buque mercante, entre muchos otros oficios, hasta que hace unas décadas se posicionó en un quiosco cercano a la Gruta de la Vírgen, en la Costanera.
Allí, se hizo conocido como el monarca de la mencionada alga marina, realizando incluso un ensayo llamado «El cochayuyo es una mina repleta de nutrientes y sales minerales», publicado en Memoria Pichilemina unas semanas antes de su fallecimiento, en el que reseña los beneficios del consumo del cochayuyo.En octubre de 2010 conversamos con él. Por causa del terremoto del 27 de febrero de 2010, perdió su quiosco, debiendo ubicarse en plena playa, junto a la avenida Costanera, debido a problemas entre privados.
Entonces, recordó que ese quiosco se lo entregó Orlando Cornejo Bustamante, quien ejerció como alcalde de Pichilemu entre 1992 y 1996. «El maremoto lo hizo picadillo», relató. Pero no bajó los brazos, ya que prontamente puso manos a la obra para recuperar su lugar de trabajo, arrebatado trágicamente por la naturaleza.
“Siempre he trabajado vendiendo cochayuyo aquí, el terreno en que estaba mi quiosco se lo pelean varios privados, y la municipalidad aprueba eso. Hablé con el alcalde y me dijo que no tenía idea de qué pasaba en la playa; me dejó perplejo,” comentó.
En la oportunidad también alabó el —entonces— nuevo diseño de los quioscos, pero que resultaron «re carazos».