Buenos eran esos tiempos donde un par de piedras eran el arco en un partido de futbol, en donde un trozo de tiza o de ladrillo era la herramienta para crear un juego en el piso de la calle (avioncito). Hoy en día solo un 27% – 33% de niños y adolescentes cumple con la cantidad recomendada de actividad física requerida para la salud y el bienestar (acumular 60 minutos de actividad física diaria de intensidad moderada a vigorosa)
¿Qué pasó con los juegos de barrio? en donde era muy común el típico “vecina me pasa la pelota por favor” o el grito ¡AUTOOOO! Cuando venía un auto y había que detener el partido. Hoy en día esa detención de una partida es un botón de “stop” en un joystick, pero también es cierto que la tecnología no ha sido el único factor de los niños ya no estén afuera jugando, hay múltiples factores, cómo podría ser el grado de seguridad, instalaciones que inviten al movimiento, compañía de otros niños, etc.
La falta de actividad física en niños no solo ha ido un aumento de la inactividad física o sedentarismo, sino que además va de la mano con un deterioro de salud mental. La investigación ha demostrado que los niños con mayor grado de actividad física. se sienten mejor y por tanto mayor probabilidad de estar alejados de ese deterioro en relación con la salud mental.
Es importante que los padres reconozcan la importancia de los beneficios de la actividad física en sus hijos para favorecer la salud biopsicosocial de ellos. Por tanto, ellos deben ser grandes impulsores para instar a sus pequeños a la realización de actividad física, Es de carácter urgente ocuparse del sedentarismo e inactividad física juvenil, ya que, de no generar las intervenciones desde edades tempranas, ellos se volverán resistentes a próximas intervenciones de actividad física a corto, mediano y largo plazo.
Ahora bien, si no existen experiencias o más bien experiencias positivas en niños a la hora de practicar actividad física, estaremos alejando a los jóvenes del alfabetismo físico (participación con diverso enriquecimiento motriz), y en consecuencia estarán acercándose con gran fuerza hacia el continuo a largo plazo del analfabetismo físico, que en definitiva es el sedentarismo/inactividad física.
Es por ello que del mismo modo que aprendemos y perfeccionamos el alfabetismo literario o numérico, como requisito indispensable para desenvolvernos en la sociedad, requerimos desarrollar y perfeccionar el alfabetismo motor como medio de bienestar y salud. Tal cual se comenta en este articulo académico.
Por ejemplo, aquel niño o adolescente con insuficientes oportunidades para practicar ejercicio físico de forma diaria, o que no ha sido expuesto a el juego activo en entornos sociales o a clases educación física de forma regular, se podría considerar que está en riesgo de analfabetismo físico. Esto nos lleva a concluir sobre la urgencia en la intervención oportuna (niñez) con experiencias agradables en la práctica de actividad física, de lo contrario tendremos niños con un gran desinterés por el movimiento.
EUGENIO FIERRO